17 de enero de 2014

Evangelina Cosío: una camagüeyana de mitos y realidades



Evangelina Cosío Cisneros:
una camagüeyana de mitos y realidades


Por Héctor Juárez Figueredo,
Archivos de la Oficina del Historiador de la Ciudad deCamagüey

Recientemente descubierta como camagüeyana, Evangelina Cosío se involucra, a partir de su lealtad filial, a trabajos de la última guerra independentista del siglo XIX y se convierte en protagonista de una muy sui generis aventura.

La camagüeyana Evangelina Cosío y de Cisneros ha devenido uno de esos personajes históricos cubanos que, al margen de los textos académicos, despiertan aún interés. Participó en el frustrado alzamiento independentista de Isla de Pinos (julio de 1896) y luego fue espectacularmente liberada de su prisión habanera (octubre de 1897). De ella se ha escrito lo real y lo imaginable, pero siempre han quedado puntos inexplorados en su biografía, algunos con lecciones valederas para el presente.


 Origen camagüeyano de Evangelina Cosío

Generalmente se ha aceptado que Evangelina Cosío “vio la primera luz en La Habana”, o incluso en la zona central cubana. Sin embargo, su nacimiento tuvo lugar –y no por casualidad– en Puerto Príncipe (Camagüey), al igual que sus tres hermanas.

Juana Evangelina de las Mercedes Cosío y de Cisneros nació el 23 de septiembre de 1877, hija de don Agustín Cosío Serrano y doña Caridad de Cisneros y de la Torre, naturales ambos de esta ciudad.  

Sus abuelos paternos fueron don Agustín Cosío Sánchez y doña Juana Serrano Aguiar; y los maternos, don Mariano de Cisneros y Méndez y doña Ana Regina de la Torre y Olazábal. Todos eran principeños. El bautizo tuvo lugar el 16 de febrero de 1878 en la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad (*).

Si bien se ha escrito que su padre fue veterano de la Revolución de 1868, debió serlo sólo en los primeros momentos. Su matrimonio tuvo lugar el 30 de diciembre de 1873, en esa misma parroquia, de la que eran feligreses los contrayentes. En la partida aparece el nombre completo de la esposa como María de la Caridad.

A los seis años, quedó huérfana Evangelina. Su madre falleció, en Puerto Príncipe y de parto, el 17 de abril de 1884. Tenía 40 años de edad.

Isla de Pinos, 1896. La bella y el militar

A la muerte de la madre, la pequeña Evangelina fue a vivir entonces con la familia de Rafael Canto, en Sagua la Grande, provincia de Santa Clara, hasta los 12 años.    
Luego, junto a su padre, residió en el ingenio Hormiguero, jurisdicción de Palmira, en dicha provincia.   Allí, al reiniciarse la lucha independentista, Agustín Cosío comenzó a colaborar con la causa cubana.

En enero de 1896, Cosío fue detenido, acusado de infidente. Se le condujo a La Habana, donde fue sumariamente juzgado y deportado a Isla de Pinos por 10 años. Dado lo precario de su salud, fue autorizado a llevar a sus hijas Evangelina y Carmen (una quinceañera entonces).

El comandante de la plaza de Isla de Pinos, coronel José Bérriz –primo del político español Práxedes Mateo Sagasta–, reparó de inmediato en la hermosa Evangelina e intentó inútilmente seducirla. El oportuno asedio amoroso del militar hizo que la camagüeyana fuera incluida en el plan de alzamiento de pineros y desterrados, previsto para la noche del 26 de julio de 1896.

Bérriz fue atraído a un supuesto encuentro amoroso con Evangelina; y allí, neutralizado. Pero la imprevista aparición de una pareja de la guardia civil frustró la “cita” y las acciones siguientes. Evangelina escapó y estuvo escondida varios días en el campo. Delatada, fue finalmente detenida y conducida a La Habana.

En Las Recogidas: símbolo de Cuba

En la capital cubana, Evangelina fue recluida en la Real Casa de San Juan Nepomuceno de Recogidas, convertida en cárcel de mujeres.  Según la “leyenda”, que de inmediato comenzó a tejerse, allí esperaba la deportación a Ceuta, condenada a permanecer 20 años en aquel presidio norafricano.

Pronto descubrieron a la joven los cazadores de noticias de William Randolph Hearst. Los corresponsales del “New York Journal”, con mucha imaginación, prepararon una nueva historia de las atrocidades españolas en Cuba, que debían ser odiadas y vengadas por el pueblo estadounidense. Era el “caso” que Hearst había estado buscando. Lo manipularía para, cohesionando la opinión pública, reanimar el apoyo a la guerra y, a la par, incrementar la circulación de su periódico.

Fue “rebautizada” como Evangelina Cisneros o Evangelina Betancourt Cosío y Cisneros, para facilitar la versión de que era sobrina de Salvador Cisneros Betancourt.  La campaña del “Journal” se dirigió sobre todo a la mujer norteamericana. Como se esperaba, se incrementó la venta de ejemplares del periódico al amparo de un enorme titular:  “The Whole Country Rising to the Rescue.” (Todo el país en pie para el rescate.) Unas 15 mil mujeres de toda la sociedad estadounidense apoyaron la petición.  

En Washington se creó un Comité Pro Evangelina Cisneros, presidido por la Primera Dama, que dirigió una petición al papa León XIII para que solicitara clemencia a María Cristina, reina regente de España.  La reina Victoria unió su firma. Nunca respondió la Corona española.

 Una fuga mediática

Karl Decker, reportero en Washington, fue enviado entonces por Hearst a La Habana para rescatar de la cárcel a Evangelina, La pequeña Juana de Arco cubana.  Como resultado de un complicado plan, en el cual estuvo involucrado personal diplomático estadounidense acreditado en Cuba, en la noche del 7 de octubre de 1897 tuvo lugar la evasión.

En Las Recogidas también se encontraba presa la camagüeyana Eva Adán (**). Como ciudadana de los Estados Unidos, era visitada por el cónsul general de ese país en La Habana, Fitzburgh Lee y Mr. Bryson, funcionario del Departamento de Estado. Con ellos, bajo cobertura diplomática, entró Decker al reclusorio e hizo llegar mensajes a Evangelina.

En tanto, Decker contrató dos ayudantes y alquiló parte de una casa deshabitada, con una terraza próxima, calle por medio, a la de Las Recogidas. Con el pretexto de un dolor de muelas, el médico que atendía a Evangelina suministró el láudano, que –para provocar un sueño profundo– añadía ella en el café nocturno dado a carceleros y compañeras de habitación.

Donnell Rockwell, un joven miembro del consulado, proporcionó la escofina para que Evangelina fuera serrando subrepticiamente los barrotes de la ventana de su celda, contigua a la azotea del edificio.

Empleando una escalera, tablas y sogas, Decker y sus compinches accedieron a Las Recogidas, terminaron de serrar los barrotes, los doblaron y ayudaron a salir a Evangelina. Ya en la calle, un coche condujo a la joven a la casa de Carlos F. Carbonell, banquero cubano-estadounidense muy vinculado a Mr. Lee. Carbonell la ocultó dos días y contribuyó a sacarla de contrabando en un vapor con destino a Nueva York.

Disfrazada de varón y con el nombre Juan Sola, Evangelina abordó el paquebote estadounidense Seneca.   A bordo la esperaba Mr. Walter B. Barker, funcionario del consulado estadounidense en Sagua la Grande, quien durante la travesía se convirtió en su chaperón o rodrigón.  Meses más tarde en la residencia de Lee, en Richmond, Carbonell le propuso matrimonio a Evangelina. Se casaron en Baltimore en junio de 1898.

Apoteosis y olvido

El “Journal” fue, poco a poco, dando a conocer los detalles de la fuga. Siempre ansioso por autoproclamarse paradigma del “periodismo que actúa”, no tuvo límites en felicitarse a sí mismo mediante un gran titular: “Un diario estadounidense logró con un solo golpe lo que la burocrática diplomacia no pudo realizar en tantos meses”. La demagógica frase se convirtió en el slogan con que Hearst abanderaría más tarde sus gritos de guerra contra España.  

Evangelina tuvo una multitudinaria bienvenida en Nueva York y fue recibida en la Casa Blanca. Después su historia prácticamente desapareció del “Journal”. El mensaje había sido claro: “protegida” y “rescatada” había sido la joven, Cuba también podría serlo más tarde.

Si bien la trama ciertamente excitó las pasiones en el país del Norte, nunca logró una atención permanente en la primera plana de otros diarios neoyorquinos, que no se decidieron a seguir una campaña liderada por Hearst.

Así, en la leyenda se desvaneció Evangelina, de la que ocasionalmente era sustraída por la prensa cubana. Incluso, indebidamente, se le atribuyó presencia en la numismática cubana (***). Regresó finalmente a Cuba y se estableció con Carbonell en La Habana. Enviudó en 1916 y dos años más tarde contrajo segundas nupcias con el abogado Miguel Romero; tuvieron descendencia.  

Evangelina Cosío y de Cisneros falleció en la ciudad de La Habana el 22 de mayo de 1970. Fue sepultada con honores militares, en correspondencia con el grado de capitana que le fue otorgado por el Ejército Libertador de Cuba.  


Notas

(*)  Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Soledad, Camagüey: Libro No. 29 de Bautismos de Blancos Españoles, folio 198, no. 540. [Agradezco a la investigadora Zelmira Novo Sebastián y a Enrique Palacios Caraballo, archivero de dicha parroquia, la localización de esta y otras partidas.

(**)  Eva Adán, como era conocida María Josefa Adán Betancourt, había sido detenida en Puerto Príncipe, en enero de 1897, por colaborar con la lucha independentista. De la Cárcel principeña fue trasladada a La Habana y luego deportada a los Estados Unidos. Había adquirido la ciudadanía estadounidense en la emigración, durante la Guerra de los Diez Años. Era esposa del general espirituano Alejandro Rodríguez Velazco.

(***)   Se trata de las monedas suvenir acuñadas por la República de Cuba en Armas en 1897 y 1898, en las que se dijo aparecía la efigie de Evangelina. El rostro alegórico a Cuba que aparece en esas piezas es el de otra beldad camagüeyana: Leonor Molina Adán. Leonor nació en los campos del Camagüey mambí en 1897 y falleció en Miami el 12 de enero de 1957

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