El Rescate del Brigadier General Julio Sanguily
Frank de Varona
Uno de
los combates más brillantes y audaces de la Guerra de los Diez Años (1868-1878)
en Cuba fue el rescate del Brigadier Julio Sanguily, ejecutado por 35 jinetes a
las órdenes del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz. Esta hazaña de los 35
valientes centauros ocurrió el 8 de octubre de 1871 cerca de la ciudad de
Puerto Príncipe, hoy llamada Camagüey.
El
Brigadier Sanguily, quien estaba inválido debido a heridas recibidas en
combates, pidió autorización al Mayor, como le decían sus soldados a Ignacio
Agramonte, para ir al cercano rancho de Cirila López para que le lavaran la
ropa. El Mayor le dijo «Esta bien, puedes ir; pero te advierto, Julio, que el
día menos pensado tus audacias te van a poner en manos de los españoles».
Llegando
al rancho de Cirila, Sanguily se desvistió y se cubrió con una manta mientras
le lavaban la ropa. De pronto fueron sorprendidos por una columna española.
Sanguily ordenó a sus ayudantes y a las mujeres del rancho que huyeran al
bosque. Al ser capturado se identificó con franqueza viril, «Pertenezco al
Estado Mayor del Mayor General Agramonte. Soy el Brigadier Julio Sanguily».
Los
españoles decidieron regresar a marchas forzadas con sus 120 soldados a Puerto
Príncipe con tan ilustre prisionero y otros prisioneros cubanos más que tenían
capturados. El sargento Fernández amarró a Sanguily y llevó las riendas de su
caballo. Mientras tanto el ayudante de Sanguily que escapó del rancho informó a
la caballería de Agramonte de lo sucedido.
Ignacio
Agramonte, llamado Bayardo de la Revolución, se dirigió a sus 70 soldados y
pidió 35 voluntarios diciendo «Todo el que esté dispuesto a rescatarlo o morir,
que dé un paso al frente».
Montando
en su caballo Mambí, Agramonte llamó a sus jinetes. Todos los miraron. Tenía 30
años y medía seis pies y dos pulgadas de estatura. Era delgado, erecto y recio.
Su caballería, considerada la mejor del Ejército Libertador, estaba dispuesta a
seguirlo al fin del mundo. Agramonte ordenó al comandante Henry Reeve, llamado
el Inglesito, a que buscara la columna española acompañado de cuatro jinetes.
El
Capitán Francisco Palomino Loret de Mola pareó su caballo al de Agramonte y le
dijo «Creo, Mayor, que se intenta una acción para rescatar a mi jefe, y si eso
es así, por ser su ayudante, le ruego me señale un sitio en el lugar más
peligroso». El Mayor respondió «Así, Capitán Palomino, marche usted al lado del
Comandante Henry Reeve».
Los españoles
sudorosos y cansados llegaron con su famoso prisionero a beber agua alrededor
de un pozo situado en el potrero de la finca “La Esperanza,” propiedad de
Antonio Torres. Reeve los descubrió y galopeó a notificar a Agramonte. A la
vista del enemigo, Agramonte desenvainó su sable y dijo «Compañeros! En aquella
columna enemiga va preso el General Sanguily y hay que rescatarlo vivo o muerto
o quedar todos en la demanda! El Mayor rugió ¡Corneta, toque a degüello!».
El
enemigo, que contaba con cuatro veces más soldados bien armados, fue
sorprendido por la fulminante carga al machete. El sargento Fernández que
custodiaba a Sanguily lo derribó del caballo y le hizo un disparo a corta
distancia hiriéndole la mano. Pero antes de que lo pudiera matar, el sargento
murió de un sablazo. Sanguily, herido, salvó su vida gritando repetidamente «Viva
Cuba!» para que en la confusión del ataque no lo mataran ya que iba vestido con
ropa de soldado español. Los españoles fueron derrotados y huyeron. Habían
muerto once españoles y un cubano en el combate. La caballería mambisa había
capturado 60 caballos, 40 monturas, una tienda de campaña y una buena cantidad
de balas, revólveres y sables.
Agramonte
abrazó a Sanguily diciéndole, «Julio, te dije que el día menos pensado ibas a
caer en poder de los españoles, pero no creí que fuese tan pronto».
Entre
los 35 centauros de ese glorioso ataque se encontraban, aparte de los ya
mencionados, el Coronel Antonio Luaces Iraola, Teniente Coronel Emilio Luaces
Iraola, Comandante Enrique Loret de Mola y Boza y su hermano, Elpidio Loret de
Mola y Boza, Comandante Manuel Agüero, Capitán Andrés Díaz y el Alférez Manuel
Arango, quien fue herido. La mayoría de estos valientes héroes camagüeyanos
tienen descendientes en el exilio y en Cuba.
El Mayor
General Ignacio Agramonte reunió a sus valientes soldados y les dijo «¡Vuestros
nombres, después de este hecho glorioso, figuraran en la historia de nuestras
guerras como símbolo de arrojo y valor!»
Y así
fue. Los cubanos, y en particular los camagüeyanos, recuerdan y veneran la
bravura de aquellos patriotas. El rescate de Sanguily se considera como uno de
los episodios más extraordinarios de la Guerra de los Diez Años.
Posted
by Joaquin Estrada-Montalvan at 7:20 AM 0 Comments
Reproducido
del Blog “Gaspar el Lugareño”