Nathalys, esa
santa Teresita cubana
dedicada a la
Infancia Misionera
Natalys
Vidal Menéndez murió de un tumor cerebral a los 15 años. La corta vida de esta
adolescente no le impidió dar su vida por la misión, como santa Teresa del Niño
Jesús.
No
hay necesidad de viajar por el mundo para contribuir a la misión de la Iglesia.
Desde las profundidades de su convento carmelita, santa Teresita se lo demostró
a todo el mundo. Demasiado frágil para viajar, la joven carmelita dedicó su
vida a orar por los misioneros. Enferma, les ofreció sus sufrimientos.
De
la gran santa francesa, la joven cubana Natalys Vidal Menéndez parecía haberlo
aprendido todo. Como ella, estuvo animada desde muy joven por un ardiente deseo
de dedicarse a la misión. Sin embargo, su entorno de vida no tenía nada que ver
con el de la santa de Lisieux.
Nacida
en una familia atea, en suelo comunista, Natalys descubrió a Cristo en la esquina de un callejón empujando la puerta de la
pequeña capilla de la ciudad de Santa Cruz del Sur, donde vivía.
La
fe de la niña, que devoraba la Biblia en su tiempo libre, asustaba a sus
padres. Cuando le anunció a su madre su deseo de convertirse en monja, ¡la
trató como a una loca! Sin embargo, había algo más en esta pequeña niña
con un carácter demasiado fuerte como para desanimarse. Desde el nacimiento de
la Infancia Misionera en Cuba, Natalys estuvo apasionadamente comprometida con
esta institución.
En
la década de 1990, hablar libremente sobre Dios seguía siendo peligroso en este
país, y la memoria colectiva continuaba marcada por esos religiosos enviados a
campos de trabajos forzados por profesar su fe.
Sin
desanimarse, sin embargo, Natalys compartía
con una simplicidad desconcertante a su alrededor los textos del Evangelio que
la alimentaban.
La
frescura de la niña cubana se vio fuertemente afectada por la enfermedad. Muy
temprano, se le diagnosticó un tumor
cerebral.
En
aquel momento, Natalys, que conocía bien la vida de santa Teresa del Niño
Jesús, se sometió sumisamente a la
escuela de la Carmelita. Si cambió el mundo desde su celda,
¡nada le impedía a ella hacer lo mismo! Así que se puso a orar por la misión desde su cama, llevando los buenos
consejos de Teresita al otro lado del Atlántico.
la
adolescente tenía un sueño muy específico: que la Infancia Misionera se pudiera
establecer en todas las diócesis de Cuba. Llena de confianza, ella ofreció sus sufrimientos a Dios para este
propósito. “La infancia misionera estará presente en todas partes en
Cuba”, le repetía alegremente a su amigo Fidelito, el laico que inició este
trabajo en el país de Fidel Castro.
Cuando
aún no tenía 16 años, la joven murió en paz, el 2 de julio de 1995. En una
nueva primavera, la Infancia Misionera Cubana recibió docenas de cartas de obispos
que deseaban ver esta institución establecida en su diócesis.
En
su familia, la corta vida de Natalys también causó gran impresión: sus padres
se convirtieron al cristianismo y su hermano eligió ser sacerdote. «La oración
es el alma de la misión», dice el papa Francisco. La vida de esta niña cubana
es prueba de ello.
Adaptado de es.aleteia.org
Nota: Su hermano, el P. Andrés (Andy) Vidal Méndez, es
actualmente Párroco de la Iglesia de La Soledad en Camagüey.