28 de abril de 2017

LOS AVATARES DE LA NUMERACIÓN DE LAS CALLES DE CAMAGÜEY



Los avatares de

La numeración de las calles
en Camagüey
Miguel A. Rivas Agüero

La numeración de las calles en Camagüey es asunto que no nos es dable precisar cuándo tuvo inicio, pues nada nos dice al respecto nuestro máximo historiador Juan Torres Lasquetti y, además, las Actas Capitulares mas antiguas que se conservan comienzan en mil setecientos setenta y cuatro (1774).

En una fecha no precisada, pero anterior al 23 de octubre de 1812, la numeración de las casas no era como normalmente se usa, por nones en una acera y pares en la otra, o cada calle con numeración propia, sino que se numeraron todas las casas de la población por orden correlativo y por ello es que había casas en las calles, o callejones de una o dos cuadras de longitud, cuyos números se componían de cuatro guarismos.

Decimos que esta numeración fue anterior a la fecha señalada porque según acta del Cabildo principeño, al designar Comisarios de Barrio para los seis Cuarteles en que estaba dividida la Villa y delimitar  dichos cuarteles, lo hace indicando:

“El de San Ramón se extiende desde la esquina casa número 317 hasta la 1827; el de la Soledad, de la esquina de la casa número 256 hasta la 1468; el de Santa Ana, de la esquina casa número 257 hasta la 1828; y el de Pueblo Nuevo,  desde la esquina casa número 318 hasta la 1537”.

En cuanto a los otros dos cuarteles, San Juan de Dios y San Francisco, se decía que su numeración no estaba arreglada, como tampoco tituladas las calles. En iguales condiciones estaba el Barrio de la Caridad, considerado aparte de los seis cuarteles mencionados.

En este estado siguieron las cosas hasta que en marzo 4 de 1823, el Ayuntamiento comisionó al Regidor don Francisco Betancourt Gutiérrez para que propusiera lo conducente a regular la numeración de las casas de la población. El Ayuntamiento aprobó el día 11 de marzo el plan presentado por el Comisionado, a fin de que la numeración de las casas se hiciera por calles y de Norte a sur y de Este a Oeste, y a cuyo efecto se colocaría a cada casa una tablilla de madera de una cuarta de ancho por una de alto con el número pintado en ellas, así como otras tablillas de tamaño proporcionado para los nombres de las calles, que se colocarían en cada esquina.

De las tablillas numeradas se mandaron  hacer cuatro mil, y doscientas para los nombres de las calles, ajustadas con el carpintero a custro pesos el ciento y, para la pintura de los números, medio real las chicas y un real las grandes según el ajuste con el pintor, cobrándose al dueño de la casa 1½ real por su número para cubrir los gastos de clavos y de su colocación.  El trabajo, en conjunto se contrató a Francisco María Santos, autorizándolo el Ayuntamiento para que cobrara directamente el real y medio al dueño de la casa.

Según se deduce del acta citada, esta contratación que se hizo a Santos fue la primera que se realizó por medio de tablillas, pues el Comisionado Betancourt, en su informe al Cabildo, hizo costar que era tal la desorganización que había  en la numeración de las casas,  que algunas tenían dos o tres números “pintados en la pared o en la puerta de la calle”.

No obstante el adelanto que ya significaba la numeración propuesta por el citado Comisionado, tan pronto como el contratista Santos empezó  a colocar tablillas tuvo que suspender el trabajo ya que el propio Comisionado el 17 de abril informaba al Cabildo que: “Al pretender el contratista Santos cobrar el real y medio convenido a los dueños de las casas, en vez de recibir su estipendio le pagaban con palabras injuriosas”. Esta numeración, por consiguiente, fue abandonada.

Y pasaron los años hasta llegar al de 1839, en que el Ayuntamiento, en sesión del 12 de julio, trató nuevamente de la numeración de las casas y aceptó la oferta hecha por Domingo García, quien se comprometió  a suministrar y colocar las “tarjetas de tabla, pintadas” para los números y los nombres. Se acordó que la numeración fuera por calles con los nones a la izquierda y los pares a la derecha, principiando la numeración en el puente de la Caridad y siguiendo la línea del río Hatibonico”, añadiendo que dicha numeración debía principiar por donde no podría crecer la calle, y que por donde pudiera aumentarse se procediera de derecha a izquierda.  

Este trabajo fue terminado según Acta del 3 de octubre del propio año.  Al contratista García le abonó el Ayuntamiento los ciento cincuenta pesos importe de la contrata, es decir,  fue el Ayuntamiento el que pagó esta primera numeración general de las casas de la ya ciudad.

Transcurrieron solo seis años y se volvió a tratar por el Ayuntamiento sobre la numeración de las casas para considerar la propuesta hecha por Enrique Holden, de La Habana,  quien ofrecía numerar las casas y colocar los nombres de las calles en las esquinas en igual forma que lo acababa de hacer en La Habana y, al precio de siete reales fuertes, el número a fijar en cada casa, y gratis el nombre de la calle y el número que también habría de ser fijado en cada manzana. Las tres tarjas serían de hierro fundido, y su costo se incrementaba en un real adicional por el transporte desde La Habana a Camagüey.

En esta oportunidad, el Ayuntamiento procedió a efectuar un minucioso estudio del asunto, por el que se comprobó que había en la ciudad 78 calles, 105 casas de altos, 2,180 de una planta, 1,025 colgadizos, 124 casas de tierra (embarrado) y 42 de yaguas, o sea, un total de 3,476 edificaciones a las que se añadían 160 solares tapiados y 652 sin tapiar.  El Barrio de la Caridad, siempre considerado como algo aparte de la ciudad, tenía una casa de altos y 198 de una planta, no contándose los solares.

Del conjunto de 78 calles se formaban 680 cuadras o esquinas en que habrían de ser figurados los nombres respectivos.

La demora causada por el trabajo estadístico realizado por el Ayuntamiento dio lugar que el proponente Holden reconsiderara su oferta a fin de año y nuevamente en febrero de 1847, aumentando el precio de las placas con número a 7½ reales fuertes.

Considerando el Ayuntamiento la conveniencia de que la numeración de las casas y la rotulación de las calles y manzanas quedaran hechas de manera permanente utilizando para ello placas de hierro fundido, firmó contrato con Holden bajo las bases propuestas y lo autorizó a que cobrara directamente a los dueños de casa los 7½ reales correspondientes, debiendo realizar todo el trabajo en el plazo de 18 meses, o sea, del 18 de septembre de 1847 al 18 de marzo de 1849.

En esta oportunidad el Ayuntamiento acordó cambiarle el nombre a algunas calles que, o lo tenían muy ridículos o impropios de una población culta, según se expresa en el Acta Capitular, aunque en ella no se relacionan los nombres suprimidos ni los que los sustituyeron, por lo que nos quedamos sin conocer cuáles fueron los nombres “ridículos” e impropios que tuvieron esas calles camagüeyanas.

No obstante lo preconizado en el contrato, éste no se cumplió ni por el Contratista ni por el Ayuntamiento, pues la demora en terminar Holden su trabajo dio lugar a largas discusiones en que ambos se echaban la culpa por la demora en la terminación. Todavía en julio de 1851 el Ayuntamiento reclamaba al contratista la falta de numeración en 175 casas, de roturación en 469 cuadras y de todas las manzanas, pues a ninguna le había sido colocado el número correspondiente.

Las exigencias del Ayuntamiento y las propuestas de Holden  duraron todavía algunos años mas, pues en 1862 éste pedía al Ayuntamiento información sobre “qué casas y cuadras faltaban por numerar y rotular”, solicitud que reiteró en 1864 al informarles  que estaba “deseoso de terminar un negocio que ha sido desastroso para mí”.

Parece que el Ayuntamiento no se ocupó mas del asunto pues con este último escrito de Holden termina el expediente del que he tomado los datos mencionados.

Conocemos, no obstante lo anterior, que el contratista Holden falleció sin haber llegado a completar la numeración. Entonces el Ayuntamiento, que conocía Holden había dejado bienes, pidió autorización a la Superioridad para establecer la demanda correspondiente contra los herederos, a fin de que terminaran dicha numeración, pero la superioridad negó la autorización solicitada y entonces se ordenó, el 10 de febrero de 1866, archivar el expediente de la numeración de las casas.

El 14 de diciembre de 1872 el Regidor Miguel Puig presentó al Cabildo un pliego de condiciones para llevar a efecto la numeración de casas y nombres de calles que faltaban, aunque no se presentaron licitadores, por lo que el propio Regidor consiguió que el pardo Domingo Gerez Risco se comprometiera a confeccionar los números y tarjetas de plomo en vez de hierro, cobrando 55 centavos por cada número, lo que el ayuntamiento aprobó.  El trabajo se inició el 2 de agosto de 1873 y se terminó el 11 de julio  de 1874. Muchos vecinos se negaron a satisfacer los 55 centavos al contratista, por lo que el Ayuntamiento pidió a Santos la lista de los deudores para publicarla  en el periódico, llamándolos a que expresaran los motivos de la negativa. Como ninguno se presentó, el Cabildo acordó pasar la lista de morosos al Jefe de Policía para que se gestionara el cobro por miembros de ese Cuerpo. Descocemos el resultado de esa gestión.

Casi un siglo después hubo una nueva numeración para las casas de nuestra ciudad. Con esta numeración, hecha en 1939, se dieron 50 números a cada cuadra de cada calle, lo que permite conocer entre qué cuadras de una calle queda un número determinado. Además quedaron eliminados los números quebrados que repetidamente se veían  en todas las calles, y con los  ¼, ½, y ¾  desaparecieron también las letras  “203A” o “203B”, etc.

Esta última numeración fue pagada por los dueños de casas, aunque como en las veces anteriores, muchos protestaron y se negaron  a satisfacer el costo  de dos pesos fijados a cada número, siendo gratis las placas con los nombres de las calles.

Recogido del folleto “Camagüey y sus calles”, editado en Miami por la Dra. María Antonia Crespí.

Para hacer un comentario pulsa  "Para publicar un comentario".  Envíalo como “Anónimo” que es lo mas fácil, y puedes incluir tu nombre –si lo deseas- en el texto del comentario.    

No hay comentarios: