24 de abril de 2017

SILUETAS CAMAGUEYANAS: EL TRANVÍA


 
Siluetas camagüeyanas:
El Tranvía
Dr. Luis Cruz Ramírez

Tintinea el tranvía rumbo a Bembeta.
Regresará rumbo a Garrido.
Por acá vendrá otro que ha dejado en La Caridad su carga dominguera.
El mismo tranvía, tintineando, va rumbo a la Plaza de Méndez, allá, al final de la Vigía.
Es la segunda década del siglo y comienzos de la tercera.
El conductor, de pie, firme en el venir y venir interminable, recibe al pasajero con una amable sonrisa.
En las horas del atardecer y en las primeras horas de la noche, la juventud camagüeyana se da cita en el tranvía. Paseo barato, alegre y propicio para la charla amiga o amorosera.
Ellas, acodadas en sus ventanas, nos veían pasar, una y otra vez.
Era la vida provinciana inocentona y feliz.
El amor en ruedas eléctricas. Y los labios, a veces, imitando el chispear de los troles.
Calle de República hasta Estrada Palma, para seguir por Cisneros y cruzar el Puente de la Caridad, hasta el final de la avenida y rodeaba la bonita iglesia para un regreso por la avenida hasta dejar atrás a Independencia, pasar por La Norma y doblar por Avellaneda hasta su final: la Estación del Ferrocarril… y luego, la Vigía.
En la Plaza de Las Mercedes se  cruzan los tranvías: el que va hacia Bembeta a través de Padre Valencia y sigue más allá de la Plaza del Cristo, y el que regresa para intercambiar para la Zambrana allá en San Esteban.
Vuelta en redondo al Norte y al Sur; al Este y al Oeste.
Paseo para el amor, que ellas y ellos (¿lo olvidaron?) tomadas las manos, juntos, muy juntos, balanceados por el trepidar del querido tranvía, nada veían del exterior.
Despertaban de su ensueño cuando el carrito se detenía y se abrían sus puertas laterales con un ruido chillón.
¡Que así se encontraban y eran felices sobre ruedas los novios de antaño!
Ahí va Bastida mirando a derecha e izquierda desde su asiento en el tranvía.
Alguien le grita: ¡Tabaco!, y él se ríe y sigue mirando.
Pepito Hernández y Gustavo de Ribeaux platican con sus dos amigas del Instituto.
Jorge Caballero va en el tranvía de Bembeta acompañado del correctísimo Bejarano.
Tin de la Torre, que vive frente al Parque Agramonte, baja en la Farmacia de Tomeu.
Mago Quevedo tranvierea tarde y noche. ¿Ve a su nenita desde su asiento en el pueblerino transporte?
Terina Porro no mira para ninguna parte. Está concentrada en su libro de Derecho.
Armando Paret va para las clases de Graciliano y en la Plaza de San Francisco le dan tremendo susto…
Del Colegio “El Porvenir”, del Dr. Rafael Zayas Bazán, salen “Miniña” Rodríguez, Ramonita del Pino y Morbila Espineta.
Las acompaña Emilio Ballagas que les lee un soneto.
Tomarán el tranvía para Avellaneda.
Alfredo y Tintín Rodríguez Castillo van hacia la calle Independencia y desprecian el tranvía para seguir a pie hasta la Vigía.
De la Farmacia de Felín Sánchez Mestril sale Emilito Pichardo con un tubo de aspirinas.
Manolín Flores y su hermana Mercedes van hablando de la clase de Historia Natural que les ha brindado el Dr. Biosca.
Lolín Hernández es objeto de las miradas de todos los viajeros.
Su entrada en el tranvía ha revolucionado el ambiente. ¡Tanta su belleza!
Yolanda Luarca y Manolín Beyra se miran, se hacen señas y se cartean.
Mario Rodríguez Castillo, sentado en la parte trasera, lee una carta de amor… estremecido…
Miguelito Peyrellade se prepara para el baile del “Club de los Treinta”, en el Roof Garden del Hotel Camagüey.
¡Hotel Camagüey!
Jardines y tinajones en el patio colonial
Escalera hacia el Roof.
Invasión de bellezas. Que han venido todas en tranvía.
Rolando de Miranda preside el Club.
La orquesta de los hermanos González ameniza el baile.
Ahí está “Vitico”, sonriente y regalando melodías.
Fox, One Step, Paso Doble y Valses… ¡Oh los valses..!
La noche ha sido hermosa y, al terminar el baile… el regreso en tranvía.
Unos, hasta cerca de sus casas.
Otros, hasta la plaza de Mercado, en Cisneros, al lado del Ayuntamiento: chocolate y bacalaíto.
Los bohemios de entonces charlan hasta el amanecer
Cuando terminan sus debates sobre Darío y Gutiérrez Nájera, sobre Julio Flores y Vargas Vila, ya es de día.
Cruza el primer tranvía de la mañana, y lo asaltan los de la Caridad.
Viene otro y lo toman los de la Vigía.
Se han quedado Luis Pichardo Loret de Mola y Luis Cruz Ramírez
No necesitan tranvía… Van recitando a duo “La Musa del Arroyo” de Emilio Carrere:

     “Cruzábamos tristemente
      las calles llenas de luna,
      y el hambre bailaba una
      zarabanda en nuestra mente… “

Tintinean los tranvías en el viejo Camagüey.

Del libro “Camagüey en el Recuerdo” del Dr. Luis Cruz Ramírez.

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