3 de octubre de 2013

La trágica historia del patriota Diego de Varona y su esposa Ana Josefa Agüero


La trágica historia del patriota Diego de Varona y su esposa Ana Josefa Agüero, asesinados  a machetazos


Por Gabriel L. Rodríguez

Juan Torres Lasquetti, el veraz y valiente historiador principeño, publicó en 1888 su obra “Colección de Datos Históricos-Geográficos de Puerto Príncipe y su Jurisdicción” que salvó para la posteridad el conocimiento del trágico fin de los mártires principeños diego Esteban de Varona Gelabert y su bella esposa Ana Josefa Agüero de Varona**, asesinados a machetazos en la vía pública en 1875 en Puerto Príncipe, hoy Camagüey, siendo Gobernador Militar de esa región el brigadier Juan Ampudia.

Diego y Josefa pertenecían a la aristocracia principeña, y sus respectivas familias desde principios del siglo XIX, en su lucha por la independencia, venían aportando mártires entre los que sobresalieron Frasquito Agüero, que con Andrés Sánchez fueron los primeros mártires de la independencia, ahorcados en Puerto Príncipe en 1826; Joaquín de Agüero, fusilado en Puerto Príncipe en 1851, el primer cubano que organizó una  revolución por la independencia, y Bernabé de Varona, Bembeta, fusilado en Santiago de Cuba en 1873.

Dice Lasquetti en la mencionada obra lo siguiente: “Hallábase preso en la cárcel de esta localidad por sospechoso el joven Diego de Varona Gelabert. Su señora, la bellísima señora Josefa Agüero de Varona, se presentó a aquel hombre de mármol, Ampudia, solicitando la libertad de su marido… negose éste repetidas veces a conceder la gracia que se le demandaba, hasta que un día, cediendo a tanto ruego, le dijo: “Vaya usted tranquila que esta noche tendrá a su marido en su casa”. 

Es de suponer cuanta ansiedad y angustia pasaría aquella desolada esposa viendo transcurrir la noche sin que apareciera su marido… así fue que en la primeras horas de la mañana siguiente corrió a enterarse de ña causa porqué se había suspendido la orden d libertad… y se le contestó con cruel ironía… “Anoche salió de la cárcel… si no ha ido a su casa búsquelo entre los insurrectos en la manigua”.

Tanto cinismo no infundió recelo en aquella víctima de la más perversa hipocresía y marchó acelerada hacia la cárcel a sufrir el horrible desengaño de que había salido de ella su desventurado esposo… Pero a dos cuadras de allí le habían muerto a machetazos gente armada que lo esperaba.  Poco tiempo pudo lamentar la infortunada viuda el desastroso fin de su desgraciado esposo, pues a ella se la encontró en un matorral detrás de la ermita de la Candelaria con la cabeza separada del cuerpo, y aunque todo el pueblo designaba por su nombre al autor de tan horroroso crimen, ninguna provisión se tomó sobre el particular, ni siquiera en los círculos en que se movía se le retiró al asesino la estimación y aprecio que antes se le dispensaba”.
Diego y Josefa tuvieron dos hijos: Carlota y Escipión de Varona y Agüero. Escipión, haciéndole honor a su estirpe, apenas estalló la Guerra del 95 se incorporó a la revolución y por su heroico comportamiento alcanzó el grado de comandante.


El 28 de febrero de 1878 entraron en Puerto Príncipe los restos de los regimientos Agramonte, Camagüey, Jacinto Bonilla y Caunao, que se habían cubierto de gloria en palo Seco, La Sacra, La Guásimas. Venían a entregar las armas de acuerdo con lo convenido en el Pacto del Zanjón. Entre los mambises que llegaron estaban el teniente Ricardo de Varona Gelabert y el capitán Torcuato de Varona, respectivamente hermano y primo de Diego.

Después de diez años de guerra llegaban para reunirse con sus familias y reconstruir sus haciendas, pero lleno Puerto Príncipe de guerrilleros, voluntarios y españoles integristas, y viviendo allí algunos de los participantes en el asesinato de Diego y Josefa, decidieron emigrar a Oriente.

Pocos días después los hermanos del infortunado Diego, Ricardo, Pedro y Manuel,  su primo Torcuato y sus respectivas familias, abandonaron para siempre la ciudad que los vio nacer, radicándose en Potrerillo, Oriente, un pequeño pueblo situado en las cercanías de Gibara. Años después, en 1887,  se mudaron para Banes, donde se había establecido la Empresa Frutera Dumois y Cía., que exportaba cada zafra más de dos millones de racimos de plátanos.

Tan pronto llegó a Cuba el general Maceo en 1895, celebró un contrato con la mencionada Empresa Frutera autorizándola a seguir sembrando y exportando plátanos a cambio de una contribución de guerra. No obstante lo expuesto, el 11 de agosto de 1896 y por órdenes de Máximo Gómez, el brigadier Mariano Torres quemó, no sólo los edificios y propiedades de la Empresa Frutera, sino también las casas y propiedades de todos los vecinos, entre los que estaban los Varona Gelabert.

** Valga aclarar que la historia de Puerto Príncipe recoge dos   patricias camagüeyanas con el mismo nombre. Ana Josefa Agüero, protagonista de este relato, asesinada a machetazos al igual que su esposo Diego de Varona, y Ana Josefa de Agüero y Perdomo, viuda del insigne patriota Joaquín de Agüero y Agüero.    

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