Mi parroquia
P. José A. Sarduy Marrero
En mi pueblo hay muchas iglesias, pero ninguna como mi
parroquia. Mi parroquia es la vieja amiga de los años idos, el hogar común del
dolor presente, y el consuelo del futuro incierto.
Mi parroquia: La Soledad. A la Virgen que, tras dejar el cadáver
de su Hijo en el sepulcro, viene sola, aunque estén con Ella Juan y las otras
Marías; sola por la ausencia de Él. A Ella está dedicada mi parroquia. Un
testimonio de la eternidad en medio de mi pueblo creciente y mutante.
En medio de los ruidos citadinos se yergue sola, descolorida,
con sus puertas siempre abiertas al que cruza de prisa: una invitación a la
oración, al amor, al encuentro casual con Jesús.
Allí, en la Plaza de La soledad y junto a ella, se cruzan los
caminos de la tierra y del cielo. Todo Camagüey converge en ese punto: se
cruzan las calles de la ciudad del hombre y los caminos que llevan a la ciudad
de Dios. Se vuelcan los detritos de la ciudad, las materias quemadas en el
fragor de la lucha diaria y, como de un corazón amante, fluyen por la calles de
mi pueblo los dones del Señor. Ella es el corazón de mi pueblo, no deja de
latir, no puede.
Mi parroquia es una iglesia colonial del siglo XVIII con sus
enormes contrafuertes y sus desnudos ladrillos, con sus colores barrocos en el
interior y sus multiplicadas imágenes con sabor de pueblo, de oración
solitaria, hecha de prisa, cuando se entra un momento.
A su alrededor pasan miles, indiferentes, siempre apurados,
junto a sus puertas, y a la sombra de sus muros altos, conversan los
desocupados o los que siempre esperan, gritan los vendedores callejeros y suplican
anhelantes los mendigos.
Y Ella siempre allá, en su hornacina de cristal en lo alto del
retablo, María, y su nombre esculpido en la torre a la que un viento fuerte
arrancó la cruz.
Mi parroquia es vieja, una vieja carcomida por los años,
arrugada en su soledad en medio de todos. Pero mi parroquia vive. En sus
entrañas late el Verbo Eterno y su voz siempre joven lo pregona cada día. Su
voz que reconocería lejos y en el tumulto callejero. Voz que despierta
corazones dormidos, promesa y alegría de cada mañana. Voz que habla el lenguaje
común de los hijos de Dios y de María, lenguaje de dolor y alegría, lenguaje de
clamor y de llamada, de amor y de esperanza. Lenguaje eterno de campanas.
2 comentarios:
Muy bonita es tu Parroquia! :) Saludos
Somos nuevos en el blog...
Seguimos en contacto :)
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¡Gracias por su comentario!
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