24 de diciembre de 2013

De los habitantes aborígenes del Camagüey


Hacia el Quinto Centenario:


De los habitantes aborígenes del Camagüey 

Según Tomás Pío Betancourt,
uno de los primeros historiadores del Camagüey, 
en su libro "Historia de Puerto Príncipe"

Los indios habitantes de esta provincia eran de color semejante al del cobre rojo,  sus cabellos negros, groseros y lacios, no tenían barba ni vellos en ninguna parte, sus cuerpos bien contorneados, talla alta,  muy recta y bien proporcionada, sus facciones regulares, muy débiles, delicados y poco a propósito para los trabajos de la agricultura, hablaban la lengua de los Lucayos, se alimentaban de guaniquinajes, hutías, casabes, yucas asadas y cocidas, maíz cocido, tostado ó hecho polentas, de arañas grandes, de unos gusanos blancos que se crían en maderos podridos, de peces .. 

Andaban desnudos pues aún que sabían hilar el algodón y tenían grande abundancia de él, tanto que en una sola casa hallaron más de 12,500 libras bien hilado, solo le servía para hacer sus redes, hamacas y enaguas de mujer, que son los delantales con que se cubren las indias. Criaban aves domésticas.

Las casas que habitaban eran de maderos cubiertos de paja y á modo de pabellón con garita encima que llamaban caney, ó elípticas como en el día se ven en Cubitas, ó cuadrilátera que entónces se decían bohíos. En cada casa habitaba todo un linaje. Por lo regular las poblaciones tenían cinco ó seis casas  y se halló una sola en esta provincia de cincuenta.

Usaban por adorno unas guirnaldas que se ponían en la cabeza compuestas de huesos de pez que llamaban aguja. También usaban penachos y plumas en la cabeza y se pintaban con tierra colorada ó bija.

Tenían hamacas que les servían de cama, unos asientos que llamaban duchi, que eran de una pieza y semejaban un animal de brazos y piés cortos, la cola algo levantada y la cabeza con ojos y orejas de oro. Muñoz llama duchos a dichos asientos. D. Pedro del Prado y Prado, en su libro genealógico de las familias del Bayamo, escrito en el año 1775, llamó dujo a uno de estos asientos que existía en poder de doña Concepción Guerra y que había pertenecido al Cacique del Bayamo.

Tenían cestos paja que llamaban jabas. Les servían de escudillas unas basías que llamaban hibuelas, y calabazos que cargaban agua. Supuestos que comían la yuca cocida y el maíz hecho polentas, debían tener en que cocer las poliadas y la yuca. También debieron tener burenes puesto que hacían casabe, pero de nada de esto hay noticias.

Agricultura

Cultivaban la yuca, unos frigoles de color leonado ó morado oscuro parecidos a los altramuces, los ajes que son varias especies, ñames, las patata que son los buniatos y el maíz. El algodón era silvestre. Parece cultivaban el tabaco, pues según dice Muñoz en el lugar citado, los indios ya lo usaban en forma de cigarros que llamaban tabacos.

Caza

Cazaban hutías, guaniquinajes, que eran unos cuadrúpedos del tamaño de perrillos caseos, cuya casta se ha extinguido con la venida de los cerdos de Europa. La iguana, que es un reptil á manera de lagartos, era una de sus mejores cazas. 
Cogían los pericos y papagayos subiendo á un árbol un niño de diez á doce años con un papagayo vivo. Cubrían de yerba ó paja al niño que hacía gritar al papagayo que tenía en las manos, y al momento acudían los otros á los gritos y se posaban en el árbol. Entónces el niño con una varita en cuyo extremo había un lazo corredizo los enlazaba por el pescuezo, y de este modo podía matar cuantos quería.

También cazaban otras aves que vuelan contra el suelo, los indios las llamaban bambiallas, las alcanzaban corriendo, son muy sabrosas. Estas aves deben ser pichones de flamencos, que hacen el caldo amarillo, se cogen á carrera y son muy gordos y sabrosos.

Los indios de esta isla no hacían uso de flechas para cazar ni tenían otras armas que lanzas y macanas.

Pesca

En las islas que el Almirante llamó Jardin de la Reina, halló Colon pescadores que además de pescar con redes, anzuelos y arpones de huesos, pescaban con un pez que los naturales llamaban  guaycan y los españoles reversos: es una especie de rémora que tiene en la cabeza, nó en el vientre, según erróneamente lo dice Herrera, cierta aspereza; á estos peces atados por la cola los echaban al mar y ellos iban á pegarse a los peces grandes; en conociendo el pescador que habían pegado tiraba de la cuerda y sacaba á ambos peces, como lo vieron Colon y su tripulación en una tortuga que a su vista pescaron y tenía el pez pegado al pescuezo, que es redondo regularmente, se pegan para que los muerdan y de este modo los he visto yo, habla D. Fernando Colon, pegarse á grandes tiburones. A estas pescas iban en canoas que ahuecaban con pedernales, y las había tan grandes que podían caber ciento cincuenta personas en ellas.

En estas pesquerías y siempre que tenían necesidad de fuego, lo encendían con dos maderos, uno de los cuales tenía un hoyo en el que se introducía el otro, frotándolos ambos del mismo modo que se bate el chocolate, hasta que el más blando de los dos se encendía.

Se ha respetado la ortografía original. 

Nota: Todos estos detalles sobre las costumbres de "los Indios del Camagüey", se corresponden exactamente con los contenidos en el libro de Juan Torres Lasqueti, quien a su vez explica su fuente de información: «Tales eran los Indios de esta provincia, según las Décadas de Herrera, citadas en las Memorias de la Sociedad Patriótica de La Habana de donde he tomado las precedentes noticias».
  
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