en los Escudos Camagüeyanos
Por
Héctor Juárez Figueredo.
El
2 de febrero de 1514 se fundó la ciudad de Camagüey (nombre oficial desde
1903). Nació en el Puerto del Príncipe, nombre con el que entonces se conocía
la bahía de Nuevitas. Aquel día los vecinos acordaron poner la villa bajo la
protección de la Virgen María, pues era el día de La Candelaria. Por eso se la
llamó Santa María del Puerto del Príncipe. Y adoptaron su escudo. Era redondo y
con una paloma de plata en fondo azul. La paloma, considerada como el ave de
Dios, representaba en aquel tiempo al Espíritu Santo, Cristo, la Iglesia y la Virgen
María. Los primeros principeños (gentilicio que recibieron luego los pobladores
de Puerto Príncipe) proclamarían así la fe cristiana del naciente poblado, con María
santísima como protectora.
Cuatro
años más tarde (1518) se modificaba ese escudo. El nuevo diseño tenía dos
palomas. De esa manera se aludía a María Santísima de la Candelaria y, por otra
parte, se eliminaba cualquier semejanza con el escudo de Sancti Spíritus (con
una paloma, por el Espíritu Santo). La pareja de palomas (tórtolas, pichones de
paloma o palominos) fue la ofrenda de María y José cuando Jesús fue presentado
en el templo (Lc 2, 21-38). Era una alegoría de La Purificación de la Santísima
Virgen y La Candelaria (La Fiesta de las Candelas, del latín candela, vela).
Dos
siglos más tarde el escudo había evolucionado. En 1780 se le describe, entre
otros símbolos, con dos palomas y, en medio de ellas, una mano que portaba un
hacha escondida. Sin dudas esa mano era humana y sostenía una vela (candela) o
una antorcha. En aquellos tiempos la palabra hacha servía para nombrar un tipo especial de vela. Y asimismo se
llamaba hacha a la mecha que se elaboraba
con fibras vegetales y sustancias combustibles. Tales mechas eran capaces de
resistir la brisa sin apagarse, por lo que se conocían como hachas de viento. Evidentemente la mano con el hacha
evocaba la solemne procesión del 2 de febrero, importantísima en la vida civil
y religiosa del viejo Camagüey. Se había intensificado el empleo de emblemas
marianos, en explícita referencia a Nuestra Señora de La Candelaria.
En
1817 se gestionó ante la Corte, en Madrid (España), el otorgamiento a Puerto
Príncipe del título de Ciudad. Se hizo necesario proponer un escudo y la villa
sugirió el suyo. Enviaron a Madrid la descripción, que fue analizada por don
Francisco Doroteo de la Carrera, cronista rey de armas (diseñador de escudos).
A dicho señor no le pareció adecuado, según interpretó de lo leído, que las
palomas llevaran un hacha ardiendo pendiente de la mano. Debe recordarse que
por entonces la palabra mano se usaba
también para hacer la referencia a las garras de las aves.
Luego,
de la Carrera dibujó un nuevo escudo de armas para la ciudad. En la primera
porción (cuartel) de su escudo colocó dos palomas de plata sobre fondo azul,
pero ahora cada una sostenía en el pico un hacha de plata, encendida de rojo.
Había considerado para ello que las palomas debían conducir de esa forma la
antorcha, como hizo la que regresó al arca de Noé trayendo una ramita de olivo
en el pico (Gen 8. 10-12). Según él, esas palomas en vuelo representaban amor,
pureza, sencillez, fidelidad y, como en Egipto, salud. Y las dos hachas
encendidas indicaban paz y ardiente caridad. Ya eran otros los significados
oficiales que se daban. Un cronista rey de armas del ilustrado Madrid del siglo
19, sin comprender estos símbolos y con una peculiar visión de lo relativo a los
escudos, había despojado a los principeños de dichos simples símbolos, basados
en iconogramas cristianos.
El
12 de noviembre de 1817, el rey español Fernando VII firmó en Madrid la Real Célula
que concedía a Puerto Príncipe el anhelado título de Ciudad y el derecho usar ese escudo de armas. Y toda alusión a la
Virgen, aquel simbolismo de devota intención en los primeros tiempos,
desapareció de los documentos públicos.
En
1889 se pretendió dotar a la ciudad de un nuevo escudo, pero finalmente nunca
se hicieron derogaciones y cambios al oficial, que todavía mantienen como
propio la ciudad y el municipio de Camagüey. Y en él, integrada a los otros
detalles dibujados, está la pareja de palomas.
Reproducido
del Boletín Diocesano de Camagüey, Nº 64.
Nota: En el
campo derecho del escudo de la ciudad, se representa un lebrel como símbolo de
fidelidad.
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