Dolores
Rondón
Por
Miguel A. Rivas Agüero
Entre todos los epitafios habidos y por haber
en nuestro Cementerio General, ninguno es tan profundo en su contenido
filosófico ni tan popular dentro y fuera de Camagüey, como el dedicado a
Dolores Rondón.
¿Quién fue Dolores Rondón y cuál el motivo de
la décima a ella dedicada? Conocemos dos
versiones sobre el particular, una la que se refiere a su no existencia
corporal, es decir, que se trata de un mito el cual ha alcanzado la categoría
de tradición camagüeyana; la segunda versión rectifica la primera, pues Dolores
Rondón sí existió.
Según la primera de dichas versiones, el
origen de la décima fue motivado porque un grupo de damas religiosas,
encabezadas por Doña "Pepilla" de Usatorres, fueron de opinión que la
sentencia latina pintada en el arco de mampostería que sirve de entrada
principal a nuestro cementerio no decía nada a la totalidad del pueblo que
ignoraba ese idioma, y deseosas ellas de señalarle al pueblo que todo lo humano
es perecedero y vano, resolvieron colocar en lugar destacado del campo santo
una tabla en que se pintó la décima que compuso la mencionada Doña
"Pepilla". Décima que, a juicio de esas damas preocupadas porque sus
coterráneos ganaran el cielo, les haría abandonar "el orgullo y
presunción, la opulencia y el poder".
La admonición no cosechó fruto, pensamos nosotros. La frase latina supuestamente objetada por
doña "Pepilla" y sus compañeras de feligresía, (a las que seguramente
se las tradujo su confesor), corresponde a la primera parte del versículo 13
del capítulo XIV del Apocalipsis de San Juan, y dice así: "Beati mortui
qui in Domine moriuntur", o sea, Bienaventurados los muertos que mueren en
el Señor.
La segunda versión llegada hasta nuestros
días podemos sintetizarla diciendo que Dolores Rondón , mulata de rumbo,
despreció a un admirador de su propia clase y se "arrimó" (o como
ustedes quieran llamar al matrimonio "non sancto"), a un oficial
español perteneciente al regimiento destacado en Camagüey, el cual proporcionó
a Dolores una vida superior a las que en su medio hubiera tenido. Pero, finalmente, Dolores contrajo viruelas y
de ellas murió en el hospital de "El Carmen", no teniendo a su lado
más compañía y consuelo que la del abnegado y devoto admirador que ella había
despreciado.
Don Abel Marrero Companioni, en sus amenas
"Tradiciones Camagüeyanas", nos revela datos sobre Dolores Rondón que
tal parece como si él la hubiera conocido desde su nacimiento hasta su
muerte. En efecto, él nos dice que
Dolores Rondón "era hija de un catalán llamado Vicente Rams, establecido
en el giro de tejidos cuyo comercio se llamaba "Versalles" y estaba
situado en la calle "Candelaria" (Independencia) frente a la
plazoleta de "Paula" (Maceo).
De la madre de nuestra heroína menciona que
debió ser de apellido Rondón, y que era parda, muy clara. En cambio de
"Lolita", como indica llamaban a la hija, nos da una completa
descripción desde su infancia, pues dice "fue una niña precoz, inteligente
y llena de gracia y picardía" y que, "con los años se formó un
conjunto de completa belleza", pues "era el tipo verdadero de la
criolla, mezcla de parda (muy clara) y un catalán bien parecido y arrogante",
añadiendo en la descripción que "su color era trigueño, pero un trigueño
lavado mate, nada de brilloso, de ojos semiverdes y expresivos, pelo negro,
lustroso y lacio, completando el conjunto un cuerpo verdaderamente modelado y
airoso".
"Lolita, -continúa Don Abel-,
despreciando a un enamorado de su clase, se casó con un militar español del que
parece enviudó prontamente, aunque después de haber disfrutado de una vida
activa de sociedad muy superior a la esfera social en que nació y se
crió".
Finalmente, nos dice su cronista que
"Lolita falleció de viruelas en el Hospital del Carmen alrededor de 1863,
y que el único acompañante que tuvo durante su enfermedad fue su constante
admirador desde su niñez, un barbero llamado Francisco Juan de Moya Escobar",
a quien él atribuye la ya tradicional décima.
Desde luego, Dolores Rondón debió ser la
belleza física que Don Abel ha elucubrado en su mente describiéndonos lo que
llamaríamos "una mulata de rumbo", como la Cecilia Valdés que
inmortalizó en su novela Cirilo Villaverde y ha llevado a la exaltación de su
gloria, en el Teatro, el Maestro Gonzalo Roig.
Ahora bien, apartándonos de la fantasía, pues
tratamos de hacer historia y no novela, confesamos que en nuestras búsquedas en
archivos camagüeyanos no hemos encontrado detalle alguno que nos lleve al
nacimiento, matrimonio ni al fallecimiento de Dolores Rondón.
Sólo tenemos dos datos verídicos relativos a
Dolores Rondón, y con ellos queda eliminada la supuesta no existencia que le
atribuyó doña "Pepilla" de Usatorres; el primero es que, según el
"Padrón de Vecinos" del Barrio de Santa Ana efectuado por el Ayuntamiento
el año 1819, encontramos que en la calle del "Santo Cristo del Buen
Viaje", en la casa número diez y nueve, vivía en esa fecha: María de los
Dolores Rondón, parda libre, de 15 a 40 años de edad, y además allí vivía
"una hembra" de un día a quince años".
La forma de confeccionar el Padrón mencionado
limitando las edades de un día a quince años, de 15 a 40, y de 40 en adelante,
y sin mencionar parentesco o relación alguna entre los ocupantes de una mima
casa, no nos permite determinar cuál fuera, en 1819, la edad de María de los
Dolores Rondón, ni si la hembra de un día a quince años era hija suya, aunque
se puede presumir, pero, también cabe pensar, que fuera la propia Dolores
Rondón, "la parda libre de 15 a 40 años de edad."
El otro dato que tenemos sobre Dolores Rondón
nos lo da el libro de bautismo Nº. 16 de morenos y pardos de la Parroquia Mayor
(Catedral), pues a folios 78-79 aparece anotada en agosto 30 de 181 (sic), la
partida Nº 256 relativa a Caridad de Jesús, hija legítima de Francisco Rondón,
moreno libre, y de Manuela Furniel, también morena libre, siendo la madrina de
Caridad de Jesús: Dolores Rondón.
Tenemos pues, dos fechas positivas y una
supuesta relacionadas con Dolores Rondón: la del Padrón de 1819 y la del
bautizo en que ella fue madrina en 181. (sic), y la de la supuesta defunción
alrededor de 1863, pero, no es dable determinar en qué fecha ella nació,
nacimiento que hemos buscado con verdadero interés en todas las parroquias
camagüeyanas.
En cuanto al matrimonio de "Lolita"
y un militar español, podemos afirmar que tal matrimonio no existió, pues no
figura en ninguna de nuestras iglesias. La unión de Dolores Rondón, mulata de rumbo,
con un militar español, cuyo matrimonio tenía que ser aprobado por el Rey en
aquella época, hubo de ser, como antes señalamos, por "detrás de la
iglesia".
Tampoco, como ya expresamos, hemos localizado
la defunción de Dolores Rondón, quizá la búsqueda no ha sido suficientemente
exhaustiva pues para ello sólo se podía partir de fechas supuestas. Abrigamos, sí, la esperanza de poder hacer
algún día búsquedas más minuciosas en los libros sacramentales de nuestras
parroquias y así localizar el nacimiento y el fallecimiento de Dolores Rondón.
En cuanto al barbero Francisco Juan de Moya
Escobar, considerado como el autor de la décima dedicada a Dolores Rondón,
tenemos antecedentes de que trabajaba en una barbería que por muchos años
estuvo situada en la calle de la "Reina" (República), frente a la
iglesia de la Soledad.
Si Francisco Juan de Moya Escobar fue
realmente el autor de la décima en cuestión, hay que convenir en que la suya
fue una mente que recibió algún cultivo, y que tuvo un corazón purificado por
el dolor y la abnegación, según se desprende del fondo filosófico que en
apretada síntesis, dichos versos encierran:
Aquí Dolores Rondón
finalizó su carrera;
ver mortal y considera
las grandezas cuáles son.
El orgullo y presunción,
la opulencia y el poder,
todo llega a fenecer,
pues sólo se inmortaliza
el mal que se economiza
y el bien que se pueda hacer.
Reproducido
de la revista "El Camagüeyano",
editada en Miami por la Dra. María Antonia Crespí
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