Mujeres camagüeyanas:
Ana
Josefa de Agüero
Por Frank de Varona
Ana Josefa de Agüero fue una de esas valientes
mujeres camagüeyanas que fueron grandes luchadoras por la independencia de
Cuba. Por sus ideas le costó ver el fusilamiento de su amado esposo, la pérdida
por confiscación de todos sus bienes, el exilio y por un tiempo la pérdida de
su razón. Su sacrificio por su amada y sufrida patria fue total porque dio todo
por alcanzar la libertad de Cuba, a la que nunca pudo ver.
Ana Josefa nació en Santa María del Puerto del
Príncipe, hoy Camagüey, en el seno de una familia de abolengo y acaudalada en
1818. En su ciudad natal contrajo matrimonio con su primo hermano Joaquín de
Agüero y Agüero. Su esposo, que con el tiempo se convirtió en un prócer y uno
de los primeros cubanos en luchar y morir por la independencia de Cuba, nació
el 15 de noviembre de 1816. Fueron sus padres Miguel Antonio de Agüero y Luisa
Agüero. El padre de Joaquín era un rico hacendado y provenía de una familia de
mucho abolengo.
Joaquín de Agüero estudió primero en Puerto
Príncipe y después en la Habana donde obtuvo el título de Bachiller de Leyes.
No pudo ejercer como abogado al enfermarse su padre y tener que regresar a
Puerto Príncipe para hacerse cargo de las fincas y negocios de la familia.
Ana Josefa fue muy feliz en su matrimonio con
Joaquín y tuvieron tres hijos. Poco después de contraer matrimonio murieron sus
suegros. Su esposo Joaquín de Agüero heredó una gran fortuna y ocho esclavos.
Inmediatamente Ana Josefa animó a su esposo a darles la libertad a los esclavos
que había heredado. Al hacerlo, el matrimonio se ganó la enemistad de las
autoridades españolas que querían mantener la esclavitud en Cuba.
En 1842 Ana Josefa y Joaquín fundaron una escuela
gratuita en Guáimaro para niños pobres. La mayoría de estos niños eran hijos de
los esclavos que él había liberado. Ana enseñó a estos niños a leer y escribir
para prepararlos a una vida en libertad. Por este noble gesto la Sociedad
Económica de Amigos del País nombró a su esposo socio honorario.
Con la colaboración y apoyo de Ana Josefa, su
esposo fundó con un grupo de patriotas camagüeyanos la Sociedad Libertadora de
Puerto Príncipe. Los miembros de esta sociedad comenzaron a conspirar contra el
gobierno español que oprimía a los cubanos. Adquirieron una imprenta e
inundaron de panfletos revolucionarios toda la provincia. Ana Josefa y un grupo
de valientes mujeres camagüeyanas apoyaron a sus esposos y familiares y donaron
sus ricas joyas de oro y piedras preciosas para recaudar fondos para la
revolución.
El 3 de mayo de 1851 el gobernador de Puerto
Príncipe, Lemery, dio la orden de arresto de los 12 principales organizadores
de la insurrección. Casi todos fueron hechos prisioneros y enviados presos a
España. Joaquín de Agüero decidió alzarse en la manigua y cuando se despidió de
su esposa Ana Josefa ésta lo abrazó diciéndole «Ve, cumple con tu deber, y que
cuando vuelva a abrazarte seas un hombre libre». Este levantamiento fue 17 años
antes del Grito de Yara del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes. A
Camagüey le corresponde el honor de haber iniciado la lucha por la independencia
de Cuba.
Con unos 44 hombres Joaquín de Agüero lanzó su
grito de independencia en la loma de San Carlos en la finca San Francisco de
Jucaral, partido de Cascorro. Agüero les habló a sus soldados diciendo «Este es
el momento más grande de mi vida y sólo se puede comparar con el día en que di
libertad a mis esclavos».
Agüero decidió atacar a Tunas, pero ni él ni sus
hombres, tenían experiencia militar. Al atacar a Tunas en la oscuridad de la
noche los patriotas, sin reconocerse, pelearon entre sí. Mientras Agüero y sus
hombres eran perseguidos por los españoles, su esposa Ana Josefa y otras
mujeres camagüeyanas preparaban vendas para los heridos y la bandera que debía
enarbolar Joaquín de Agüero. A ella se debe la gloria de quizás haber sido la
diseñadora de la primera bandera de la estrella solitaria que se hizo en
nuestra patria.
Ana Josefa, quien siempre apoyó la independencia
de Cuba, escribió una carta a su esposo el 30 de junio de 1851. Entre otras
cosas decía «Mi bien, mi soldado, me parece que ninguna ofrenda puedo hacerle
más grata ni más oportuna que la bandera de nuestra patria, así es con placer
indecible la proyecté y la trabajé ayer».
Un traidor entregó a Agüero y sus soldados a los
españoles. Después de su captura fueron torturados mientras los llevaban a
Puerto Príncipe y encerrados en el calabozo del cuartel de la Vigía.
Los prisioneros fueron sometidos a un consejo de
guerra y condenados al garrote. La sociedad camagüeyana acudió ante el
gobernador a interceder por los prisioneros pero sus súplicas fueron ignoradas.
El verdugo que hacía funcionar el garrote fue
envenenado por un camagüeyano y arrojado a la plaza mayor. Entonces los
españoles decidieron fusilar a Joaquín de Agüero y a tres de sus compañeros,
Tomás Betancourt, Fernando de Zayas y Miguel Benavides. A las seis de la mañana
del 12 de agosto de 1851 en la Sabana de Arroyo Méndez fueron fusilados Joaquín
de Agüero y los otros tres patriotas camagüeyanos por la espalda. Fernando de
Zayas antes de ser fusilado les gritó a los camagüeyanos que presenciaban la
ejecución «Pueblo de Camagüey muero por la libertad de Cuba».
Toda la ciudad de Camagüey guardó luto. Para
protestar el martirio de estos patriotas se sembraron cuatro palmas en su
memoria en la plaza pública de Puerto Príncipe. Las principales familias se
fueron al campo y las camagüeyanas se cortaron el cabello en señal de protesta.
Después circuló por Puerto Príncipe una cuarteta que decía:
Aquella camagüeyana
que no se cortase el pelo,
no es digna en nuestro suelo
la miremos como hermana.
Después del fusilamiento de Joaquín de Agüero y
los otros tres patriotas, todos sus
bienes fueron confiscados por el gobierno de España. Ana Josefa perdió el uso
de la razón por varios días debido a su gran dolor. Cuando salió de ese estado,
Ana Josefa se volvió en una anciana de cabellos blancos, como la reina de
Francia María Antonieta al conocer que su esposo el rey Luis XVI había sido
guillotinado.
Ana Josefa partió con sus hijos al exilio en
Nueva York y allí siguió luchando por la libertad de Cuba. Como muchas mujeres
camagüeyanas que partieron al exilio en los Estados Unidos después la
implantación del tiránico gobierno comunista en Cuba, Ana Josefa vivió en la
pobreza mientras trabajaba duramente para mantener y educar a sus hijos. Ella siempre
repetía la frase de su esposo en la víspera de su fusilamiento, «Y ese pueblo
¿Qué hace?» Ana Josefa murió en esa ciudad el 25 de diciembre de 1868 poco
después del comienzo de la Guerra de los Diez Años.
Su esposo, el insigne patriota Joaquín de Agüero
y Agüero,
ha sido honrado con una plaza y un obelisco en el lugar donde fue
fusilado. Una calle y un colegio en Camagüey llevan su nombre y la República de
Cuba creó un sello aéreo de 12 centavos en su honor. Este patriota camagüeyano
fue uno de los primeros en entregar su vida por la independencia de Cuba.
Hoy en día hay muchas mujeres cubanas que luchan y han luchado por la libertad de Cuba. Muchas valientes mujeres cubanas han sufrido largos años de prisión con golpizas, humillaciones y todo tipo de abusos y maltratos. Las Damas de Blanco han sufrido ataques con cuchillos. arrestos, golpizas y han sido escupidas y arrastradas por el piso por las turbas monstruosas de Seguridad del Estado por solo marchar pacíficamente por las calles de varias ciudades de Cuba reclamando la liberación de todos los presos políticos.
Ana Josefa de Agüero debe siempre ser recordada por todos los cubanos por su amor a la patria y su independencia, su valentía y su entrega completa a Cuba.
Reproducido del blog http://eichikawa.com
Remitido por María del Carmen Expósito
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