Ana Dolores García
Si
preguntáramos
en Camagüey, el de antes y el de ahora, quién fue Charles A Dana,
¿encontraríamos a alguien que pudiera respondernos? Sin embargo una
plazoleta
de la ciudad, -en su mismo centro-,
ostentaba su nombre. Si pudiera servir de consuelo, podríamos decir que
también
nos sería muy difícil encontrar a alguien en Estados Unidos que supiera
que este
nombre le había sido dado a una plaza en una ciudad extranjera cuya
existencia ni siquiera conocerán. Ello es de suponer porque en ninguna
biografía de Charles A Dana de las
que vienen en Internet, se relaciona que hubiera estado en Camagüey, ni
siquiera en
Cuba.
Charles A. Dana
era el nombre oficial que, en los inicios de la República, le dio el
Ayuntamiento a la Plaza de la Merced, aunque esta se siguió llamando como el
pueblo quiso: Plaza de la Merced o de las Mercedes. Al arribo del régimen
castrista la plaza cambió de nombre, y el de Charles A Dana se sumergió aún más a
fondo en el olvido de los camagüeyanos.
No fue el único representante del "imperio" que sacaron de la plaza, porque
allí también había en uno de sus extremos –el que apuntaba a la calle Popular-
un modesto busto a Franklin Delano Roosevelt. Ahora la plaza se llama “De los
Trabajadores” y el busto de Roosevelt ya no acompaña a la escuálida ceiba que
ha logrado permanecer, no sin alguna penuria, en el centro tal plaza.
Charles A Dana
fue un afamado periodista que había nacido en Hinsdale (New Hamshire) en 1819. Estudió
durante dos años en la Universidad de Harvard, pero tuvo que abandonar los estudios
al estar confrontando problemas con su visión. Luego de trabajar durante algún tiempo en
diversos periódicos, comenzó a escribir para el “Tribune”, un importante
periódico neoyorquino en el que colaboró hasta 1858.
Posteriormente,
en 1867 se convirtió en editor de "The Sun," de Nueva York, un rotativo al
que estuvo ligado durante muchos años y que fue uno de los principales diarios
de toda la costa este del país.
Durante los turbulentos
años de la Guerra Civil aceptó el difícil cargo de Secretario asistente de Guerra,
y desempeñó esa posición durante gran parte de 1863 y 1864.
A partir de
esto, sus biografías relatan solamente su regreso al “Sun” de Nueva York, en el
que permaneció hasta su muerte, y al que confirió su estilo personal, recto, claro,
directo, implacable contra los políticos
corruptos, tanto Demócratas como Republicanos.
Los
méritos para
el homenaje recibido por parte del Ayuntamiento camagüeyano al dedicar
una plaza a su nombre, deben referirse a un probable y favorable apoyo a
la causa
republicana desde las páginas de su poderoso periódico. Es notorio que
la
prensa norteamericana en general se encargó de caldear los ánimos de la
opinión
pública para apoyar la intervención norteamericana en la guerra que Cuba
sostenía por su independencia.
Charles A Dana
falleció el 17 de octubre de 1897. Su nombre figura en los anales del periodismo
norteamericano como una de las figuras más importantes y sobresalientes de la
prensa escrita estadounidense.
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