La Procesión de la Virgen de la
Candelaria:
¿Olvidada en Camagüey?
Por
Carlos A. Peón Casas
La
legendaria Puerto Príncipe, al igual que otras villas fundacionales cubanas, ha
tenido el orgullo de sus procesiones religiosas, que siguen trascendiendo la
espesura de los años, y recreando el fértil imaginario religioso de sus
pobladores.
Antológicas
son en el antiguo terruño las del Santo Entierro, cada Viernes Santo; y la del
Re-encuentro entre el Cristo Resucitado y la Virgen el Domingo de Resurrección,
que tuvieron su añorado renacimiento, a instancias de nuestro venerable y
perseverante obispo Adolfo Rodríguez en el año 1999, luego de su proscripción
como hechos litúrgicos por casi tres décadas. Igual suerte había corrido antes
la dedicada a la Virgen de la Caridad, que volvió a hacerse realidad en 1998,
primero tímidamente alrededor del templo, y luego, y hasta hoy, en su extensión
casi original.
Sin
embargo, la de la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad y bajo cuya
temprana advocación se fundó la primitiva villa de Santa María del Puerto del
Príncipe en 1514, no corrió igual suerte que las anteriores, y será justamente
este próximo 1 de Febrero, cuando vuelva a recorrer las calles de la ciudad, en
un inédito y dilatado recorrido que nadie puede asegurar sea el originario,
acompañando el jolgorio de los primeros 500 años de existencia de la otrora
villa principeña.
Pero
lo que pocos lugareños saben es que la procesión, de la que no parece ahora
mismo haber ninguna evidencia en el imaginario religioso local, pudo al parecer
haberse extinguido en las celebraciones citadinas mucho antes que la región
fuera reconocida como diócesis, y tuviera su primer obispo en 1915; años antes
incluso del advenimiento del siglo XX; remontando sus celebraciones a mediados
del siglo XIX, si acaso el hecho no dejó de verificarse mucho antes.
De
tal asunto tengo el testimonio de un historiador local, el Sr. Enrique
Palacios, una autoridad en temas de la historia eclesiástica de la otrora
villa, y quien, a mi muy modesto ver y entender, no se le ha hecho cumplida
justicia por sus largos años de paciente y fructífera labor al frente de los
archivos de las parroquias de La Soledad y El Cristo, respectivamente.
Palacios
es de la opinión que la ya mentada procesión se circunscribió a los tempranos
años decimonónicos; y que a partir de entonces, y ya en los años de la primera
república y en los años sucesivos, se circunscribió solamente a una ceremonia
intra-eclesial al estilo de un solemne Te Deum .
Ya
en los años cincuenta, la celebración al uso, ubicaba la entronización de la
efigie de la Virgen en los balcones del edificio de la Alcaldía, desde donde se
le tributaba cumplida y respetuosa deferencia celebrativa, un hecho del que queda
la evidencia en alguna foto ya amarillenta por los años.
Igualmente
Palacios cita desde su imperturbable y fabulosa memoria, alguna celebración
añadida en el atrio de la Iglesia catedralicia, justo en el costado del templo
que mira al Parque Agramonte, hecho del que este cronista recuerda igualmente
haber visto una foto tomada durante una de aquellas, en el gobierno episcopal
de Mons. Carlos Riu Anglés, el tercer obispo camagüeyano.
La
procesión por venir, reeditará sin dudas una tradición muy principeña, en honor
de la Santa Madre del Cielo bajo la advocación de la Virgen de las Candelas,
patrona de las Islas Canarias, y su recuerdo será parte impertérrita de la
memoria de aquellos tempranos pobladores de la otrora comarca, que quisieron
que los cubriera con su bendición en estas tierras de Dios, que a cinco siglos
de distancia, vuelve a reconocer y testimoniar el apego inefable a sus mejores
valores y tradiciones cristianas.
En
la otrora villa principeña, hoy Camagüey, a los 29 días del mes de enero de
2014.
Reproducido
del blog Gaspar, El Lugareño
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