Las Fiestas del Niño Jesús de Praga
en Camagüey
Ana Dolores García.
En el mes de enero se celebraba tradicionalmente en
Camagüey (en su cuarto domingo) la Procesión del Niño Jesús de Praga en la
Iglesia de La Merced, con gran movilización de los niños de nuestra ciudad,
particularmente alumnos de colegios religiosos. Es interesante recrear esa
festividad para los que felizmente aún la recordamos o para contársela a las nuevas generaciones que nunca la
conocieron.
Indudablemente resulta extraño que la devoción al Niño Jesús de Praga se hubiera enraizado tan fuertemente en nuestra ciudad. Cuando visitamos ciudades como Baltimore u otras de Pennsylvania, solemos ver innumerables y pequeñas imágenes del Niño Jesús de Praga detrás de los cristales de las ventanas de muchas casas. Ello es fácil de explicar dada la numerosa inmigración checa que hubo en esa parte del territorio estadounidense. No es precisamente el caso de Camagüey. ¿Por qué, entonces?
En primer lugar, digamos que el original "Niño Jesús de Praga" ni es de Praga ni es checo. Es español. Su historia comienza en España. Es la obra de un artista desconocido. Se cree que procedía de un convento entre Córdoba y Sevilla y que es una copia de una venerada talla en madera.
¿Cómo viajó a Praga? En el siglo XVII doña Isabela Manrique de Lara y Mendoza, dama española, la obtuvo y la envió a Praga como regalo de bodas a su hija María Manrique de Lara que se casaba con un noble checo. Ésta la regaló posteriormente a su propia hija Polyxena en su primer matrimonio, quien al morir la donó a un monasterio de frailes carmelitas de la ciudad de Praga. Los anales del monasterio relatan numerosas leyendas y milagros atribuidos al Niño Jesús, al que ya comenzó a llamársele "de Praga". La devoción hacia Él iba creciendo. Sus milagros eran divulgados ampliamente, extendiéndose su culto por toda Europa y, por supuesto, América. La Orden de los Padres Carmelitas Descalzos, guardianes de la primitiva imagen, fue la propulsora del desarrollo de esta devoción.
Como sabemos los camagüeyanos, nuestro templo y
convento de La Merced fueron fundados por la Orden de los Padres Mercedarios, que años después abandonaron la ciudad. Posteriormente, convento y
templo pasaron a ser ocupados por los Padres Carmelitas. Con ellos se trajeron
la devoción al Niño Jesús de Praga.
La primera asociación del Niño Jesús de Praga en Camagüey fue establecida en el
año 1900, pero el principal animador de esta devoción en nuestra ciudad fue el
P. Elías, sacerdote carmelita nacido en Toledo, España, en 1879, que llegó a
nuestra ciudad en 1909 para permanecer en ella hasta su muerte en 1942. A él se
debió todo el esplendor que año tras año fueron teniendo estas fiestas en honor
al Niño de Praga, las que se prolongaron aun después de su muerte.
Para la novena que precedía al día de la
festividad, el templo se engalanaba con bellos y valiosos tapices que cubrían
sus anchas columnas, todo ello enmarcado por numerosas guirnaldas de flores.
Además de las devociones mantenidas por la "Archicofradía" y de las visitas domiciliarias de capillitas con la imagen, y sobre todo de las obras sociales que se realizaban entre los niños menos afortunados, cada cuarto domingo de enero la mayor parte de la población infantil de Camagüey se volcaba en las calles, unos desfilando, otros viendo el desfile. La procesión recorría en horas de la tarde las calles de Cisneros, Luaces e Independencia.
La imagen
del Niño, sobre una bella carroza de estilo gótico que data del año 1913,
cerraba la procesión. Delante iba, en otra carroza más pequeña, la imagen de
Santa Teresita del Niño Jesús. Y en torno a ambas, niñas vestidas de angelitos
con sus primorosos trajes azules, blancos y rosados; "Soldaditos del Niño
Jesús de Praga" con elegantes uniformes militares, y niños y niñas de las parroquias de la ciudad que habían
recibido la Primera Comunión esa mañana en la Misa solemne
que era la parte principal de estas festividades, y en la que siempre oficiaba
el obispo de la diócesis.
A todo ello se agregaba el pleno de los alumnos de
las escuelas religiosas de la ciudad y sus bandas de música, y una legión de niños
en bicicleta, engalanadas con vistosas cintas de colores alrededor de los
rayos de sus ruedas.
Hoy en día las procesiones, como demostraciones públicas
de la fe popular, tienden a desaparecer. En nuestra patria principalmente por
las circunstancias imperantes, léase prohibición oficial. Sin embargo, algunos pueblos, sobre todo los de cultura hispánica,
las conservan. Lamentablemente, a la par que sirven como testimonio de fe
popular, no deja de hablarse también del interés turístico que las mismas
suscitan.
Soldaditos y ángeles preparados
para participar en la procesión del Niño Jesús de Praga, mientras Mons. Enrique
Pérez Serantes, entonces obispo de Camagüey, corona su imagen.
Camagüey, como Trinidad, fue pródiga en
procesiones. La más famosa de todas es la del Santo Entierro, el Viernes Santo,
cuando sale a la calle ese magnífico sepulcro de plata, único en Cuba, que ha
dado lugar a una de nuestras más conocidas leyendas. Es posible que la
procesión del Niño Jesús de Praga haya sido igualmente única en Cuba. Y desde
luego que es merecedora de que se haga referencia a ella al relatarse las
costumbres y tradiciones de nuestro pueblo.
Fuentes:
* “Una Devoción con una Interesante Historia: el Niño Jesús de Praga”, Luis Peix Riverón, Revista Enfoque, Arquidiócesis de Camagüey, Octubre-Diciembre 2001, Año XXI, Nº 76.
* “Una Devoción con una Interesante Historia: el Niño Jesús de Praga”, Luis Peix Riverón, Revista Enfoque, Arquidiócesis de Camagüey, Octubre-Diciembre 2001, Año XXI, Nº 76.
** Foto ante el altar mayor de la Iglesia de La
Merced cortesía de Bertha Porro Lastre.
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