El Círculo de Profesionales de Camagüey
Por
Miguel A. Rivas Agüero
Para
escribir sobre el Círculo de
Profesionales de Camagüey precisa hacer referencia primero al Círculo de Abogados. La creación del Círculo de Abogados fue el resultado de
la necesidad que los abogados confrontaban por carecer de un local adecuado e
inmediato al edificio de la Audiencia y los Juzgados, en que pudieran recibir y
atender a sus clientes antes de acudir a la celebración de los distintos casos
judiciales en que estaban interesados.
La
iniciativa para la creación del Círculo la tuvo el abogado y gran poeta Dr.
Felipe Pichardo Moya, inaugurándose en la casa del Dr. Mario Pujals Quesada en
la calle Cisneros al lado del edificio de la Colonia Española, frente a la
Audiencia y Juzgados, es decir, cubriendo las necesidades requeridas a la finalidad mencionada en el párrafo
anterior.
Dada
la estrecha relación entre las funciones de Abogados y Procuradores Públicos,
estos tenían acceso a las oficinas del Círculo
de Abogados, el cual funcionó hasta el año 1930.
Fue
en dicho Círculo de Abogados donde
surgió la idea de extender su radio de acción a los demás Colegios de
Profesionales Universitarios, idea calorizada por el Decano Dr. Leopoldo
Cadenas Aguilera, materializándose al obtener la aprobación del Colegio Médico
y de los restantes Colegios Profesionales.
Después
de las deliberaciones de rigor, se confeccionó y aprobó el correspondiente
Reglamento que se inscribió en el Registro del Gobierno Provincial, surgiendo a
la vida en 1930 la nueva asociación Círculo
de Profesionales de Camagüey, compuesto por los Colegios de Abogados,
Médicos, Farmacéuticos, Profesionales Dentales Veterinarios, Ingenieros, Arquitectos,
Pedagogos, Doctores en Filosofía y Letras y Contadores Públicos, que funcionaban
en los nueve municipios camagüeyanos, entidad que tuvo como sede la casona de estilo
señorial de la familia Morell en la calle de Estrada Palma Nº 406.
El
Colegio de Abogados apropió los
fondos necesarios a invertir para dotar la casa de condiciones adecuadas, y fue
por esto que se acordó que la Junta Directiva del Círculo de Profesionales, estuviera presidida originalmente por un
abogado, designación que recayó en la persona del Dr. Leopoldo Cadenas Aguilera
que, hasta aquel momento había sido Decano del Colegio
Abogados.
El
Circulo de Profesionales desarrolló
una intensa vida cultural pues en su local se ofrecieron conferencias con temas
de elección libre, por distinguidos profesionales de La Habana y de la
localidad, entre los que recordamos al Dr. Joaquín Gómez de Molina sobre temas de
Derecho Civil; al Dr. Darío Castillo Socarrás, sobre asuntos de Derecho Penal;
al Dr. Antonio Martínez sobre Lógica y Enseñanza Cívica; al Dr. Victoriano
Rodríguez Barahona, que ofreció una enjundiosa disertación sobre arte plástico,
tema en el que demostró poseer una amplia cultura; el Dr. Rosendo Romero
Delgado, sobre la época del Renacimiento en Italia, estableciendo un paralelo
entre la vida luminosa y feliz de Rafael di Sanzio y la dolorosa y atormentada
de Miguel Ángel Buonarotti, y la influencia que el medio había ejercido en el
genio portentoso de aquellos inmortales cultores del arte plástico.
Igualmente
desfilaron por la tribuna del Círculo de Profesionales intelectuales de la
talla de Octavio Montoro, Moisés Chediack, Carlos Márquez Sterling, Ramón
Zaydín, Gustavo Pitaluga, Evelio Tavío, y los profesores de Derecho Penal en la
Universidad de Madrid doctores Mariano Ruiz Fúnez, Luis Jiménez de Asúa y
algunos más que escapan a nuestra memoria.
En
el año 1934, siendo Presidente el Dr. Emilio García Guerrero, se efectuaron dos celebraciones grandiosas para conmemorar el cuarto aniversario de la fundación del Círculo. Una, de carácter cultural en la
noche del 30 de noviembre, en el que participaron los doctores Pedro Monreal
Valdivieso, médico, y José Coll torres, abogado, haciendo caricaturas de
personalidades de la ciudad ante un tablero grande apoyado en un caballete; el
Dr. Julio César Romero Delgado, ejecutando al piano el Preludio de Rajmáninov;
el Dr. Antonio Mesa Martínez, abogado y notario, impartiendo una charla sobre
las implicaciones domésticas de la “Charada China”; una hija del Dr. Mesa
Martínez, de unos doce años de edad, recitando poemas y rebelándose como genial
declamadora, y el Dr. Rosendo Romero Delgado, abogado, recitando el famoso
“Nocturno” del poeta José Asunción Silva.
En
la noche siguiente, la del primero de diciembre, se ofreció a todos los
profesionales de la provincia una suculenta y espléndida comida criolla. En
ambos casos reinó un gran espíritu de confraternidad y alegría recordando los
felices días de la vida universitaria.
En
el Círculo de Profesionales se
destacaban en su salón principal según nos recuerda en un artículo el Dr. Cruz
Ramírez: “el gran cuadro del ALMA MATER que, junto con los lienzos de Carlos J.
Finlay e Ignacio Agramonte, parecían custodiar la cabeza en bronce del gran filósofo
camagüeyano Enrique José Varona, obra escultórica de Boada. El lienzo del Alma
Mater fue obra del gran pintor español Samaniego, y reconstruido admirablemente
en una noche (para la inauguración del círculo) por el inolvidable Servando
Pita.
En
su amplio patio, perfectamente pavimentado, sobresalían los típicos tinajones y
se llevaban a cabo las celebraciones culturales del círculo, que siempre se veían
colmadas de público pues a más de los familiares de los socios concurrían
amigos de los mismos para disfrutar de las amenas e instructivas conferencias o
charlas allí celebradas.
En
el local se practicaban juegos como el ajedrez, el billar y el dominó, y se
celebraron varios torneos de dichas actividades. También se practicaba esgrima
y hand ball. En el año 1950 se celebró allí una de las partidas entre los Dres.
Rosendo Romero Delgado y Elías Cobo Arteaga por el Campeonato de Ajedrez de
Cuba, que fue conquistado por el Dr. Romero quien fue homenajeado por tal
motivo por la Junta Directiva.
Después
de la presidencia del Dr. Leopoldo Cadenas Aguilera, ocuparon el cargo los
también abogados José Ramón romero Ochandorena, Rosendo Romero Delgado, Luis Cirilo
Menéndez Morell, Luis Casas Solís, y Antonio Martínez Martínez; los médicos
Rogelio Santos Álvarez, Ángel E. de Varona Vilardell, Ramón Eduardo Menéndez
Morell, Alberto Santos Álvarez, Ulises Sosa de Quesada y Miguel a. tomé Varona; Elpidio Agüero Medrano, Francisco Don Rodríguez y Rodolfo Porro
Varela; los farmacéuticos Emilio García guerrero, Alberto Adán Martínez y
Germán Álvarez Fuentes; los veterinarios Aquiles Rodríguez y Enrique Álvarez, y
los ingenieros y arquitectos Miguel A. Bretón Pichardo y Francisco Herrero
Morató.
El
último presidente fue el Dr. René Serrano Ferrer, a quien le cupo el triste “ “privilegio”
de tener que entregar, forzadamente, el edificio del círculo a las autoridades
llamadas revolucionarias.
Durante
los treinta años de su existencia, cumplidos en 1960, el Círculo de Profesionales
constituyó un centro de fraternal camaradería y compañerismo entre los camagüeyanos
que ostentaron títulos universitarios, donde no hubo distingos raciales,
políticos o religiosos y, además, un centro de calificada jerarquía por las
actividades literarias que se celebraron con resonancia internacional.
Allí
confraternizaron abogados, médicos, pedagogos, veterinarios, farmacéuticos,
ingenieros, arquitectos, etc. sin tener en cuenta las ideologías políticas o
creencias religiosas de cada cual, pues todos estaban imbuidos de la idea que
asistían a un centro social para hacer un alto en el camino de las preocupaciones
del diario vivir que acarreaba el desempeño del ejercicio profesional y adonde
se concurría para disfrutar de ratos de solaz esparcimiento sin perder de vista
que todos eran hijos espirituales del ALMA MATER.
Indudablemente
que su fundación y desenvolvimiento representó un valioso aporte al desarrollo
de actividades sociales y culturales en la sociedad camagüeyana durante los
treinta años en que funcionó.
Con
estas líneas hemos trazado unas pinceladas sobre el lienzo del glorioso ayer
camagüeyano, tan vinculado al acontecer histórico de la Patria cubana.
Reproducido
de la Revista “El Camagüeyano” publicada en Miami por la Dra. María Antonia Crespí
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