“Cuatro Vientos”,
el avión desaparecido.
Mas de 80 años esperando la verdad
Federico
Ayala Sörensen, abc.es
El
capitán Mariano Barberán y el teniente Joaquín Collar, asistidos en tierra por el sargento mecánico
Modesto Madariaga, partieron el 8 de junio de 1933 del aeródromo de Cuatro
Vientos de Madrid hacía el de Tablada en Sevilla. Desde este aeropuerto, Barberán y Collar salieron
a las 4:40 del 10 de junio en el mayor vuelo sin escalas hasta su época (mayor
aún que el de Charles Lindbergh): 7.895 kilómetros hasta el aeropuerto de Camagüey, Cuba, donde fueron recibidos
por la multitud el 11 de junio a las 20:45 después de 39 horas y 55 minutos de
vuelo y 7.895 km.
Allí
les recibió también el sargento mecánico Modesto Madariaga, que había partido
en barco tras dejar preparado el aparato en Madrid. Tuvo que arreglar el
aparato, un Breguet XIX Super Bidón, proyectado y realizado con licencia por
Construcciones Aeronaúticas, que conocía a la perfección. Tras entregar a sus
compañeros uniformes nuevos, les despidió el día 20 a las 5:52 horas. Partían
hacia Ciudad de México para completar su hazaña. Pero nunca llegaron a su
destino. Comenzó entonces uno de los grandes misterios de la aviación, no
resuelto todavía. Hay dos versiones. La oficial concluyó que el avión se había
caído al mar debido al mal tiempo en la zona, según el dictamen de las
autoridades mexicanas, aceptadas por España. Otra, más incomoda, se sustenta en
pruebas circunstanciales: unas gafas como las de Barberán, dos relojes y
algunas medallas y recuerdos encontrados en manos de un indígena de la zona,
Bonifacio Carrera. Según esta versión, el avión se habría estrellado y los
pilotos sobrevivieron, pero fueron asesinados en algún lugar de la sierra
Mazateca. Sus cuerpos nunca han sido encontrados.
El
hecho es que ochenta años después se sigue sin conocer qué paso con los
tripulantes de un vuelo histórico, una hazaña de la aviación española, del
Ejército del Aire. Los restos del avión y los cuerpos de los dos
pilotos reposan en algún lugar desconocido, esperando que algún día se sepa la
verdad.
Fotografía de Martín Vidal.
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