Una
capilla nueva para un viejo barrio: La Mosca
De
las iglesias que conforman el centro urbano de la ciudad de Camagüey,
de su belleza y significación cultural, se ha escrito una y otra vez;
pero las capillas pertenecientes a un sistema parroquial no son
abordadas con frecuencia, máxime si se ubican en los repartos. Mas allá
del interés que puedan tener los feligreses de una comunidad, resulta
válido mostrar el aporte cultural de estos edificios, y su historia
contribuye a ello.
En
este trabajo no pretendemos tratar los resultados de una investigación
exhaustiva, sino una aproximación a una obra del pasado reciente,
erigida en el barrio de La Mosca: la Capilla "San Vicente de Paúl". Si
bien no es una capilla tan antigua como las del área declarada
Patrimonio Cultural de la Humanidad, sin dudas es portadora de una gran
importancia cultural.
Los
orígenes del barrio habría que buscarlos en 1912, cuando el capitán del
Ejército Libertador de Cuba, Carlos Mueke Bertel, contrató al
agrimensor Rogelio Rodríguez para que parcelase su finca "La Caridad"
(La Mosca). Este agrimensor arremete la tarea siguiendo los patrones de
la época, es decir, en solares de 10 metros de frente por 40 de largo, a
los que el dueño les asignaría un valor de 200 pesos, con la facilidad
del pago de 2.00 pesos mensuales.
Ya
fuera por lo asequible del precio o porque se concibiese como un
reparto que auguraba un ambiente de modernidad, muy pronto se comenzó a
consolidar el vecindario, al punto de que una década después ya
requerían los vecinos de un nuevo edificio para recibir el pan
espiritual.
La
gestión del centro religioso para facilitar el cumplimiento de los
moradores de La Mosca con su Iglesia, estuvo a cargo de la Asociación de
Señoras de San Vicente de Paúl, que en 1924 radicaba en la iglesia de
La Caridad bajo la presidencia de Teonomina de la Torre viuda de Praga, y
contaba como vicepresidentas a las señoras Ángela de Varona viuda de
Miranda y Defina Bacallao de Hotsman; secretaria, Sofía Prada viuda de
Cisneros; tesorera, Isabel Amador Sifontes y, como Presidentes de Honor,
Mons. Dr. Enrique Pérez Serantes, Obispo de Camagüey, el Rev. P.
Felipe de la Cruz y las señoras Consuelo Rey de Villena y Alicia Lima de
Santos.
El
16 de octubre de 1925 se solicitaba al alcalde de la ciudad "permiso
para la construcción de una capilla y taller para niñas pobres que
llevarían como nombre San Vicente de Paul". La solicitud fue aprobada en
diciembre del propio año. A esto siguió el desarrollo de una serie de
acciones para recaudar fondos.
Siguiendo
el ejemplo del Padre Valencia, acudieron a la caridad del pueblo y no
solo recibieron dinero para la compra del solar en la calle Comandante
Osgood entre Carretera Central y Brigadier General Reeve, sino además
donaciones de materiales para la construcción del edificio.
Se
contrató al arquitecto José Luis Acosta, quien proyectó un elegante
edificio ecléctico, rico en detalles propios de la época. Pero un
estudio comparativo entre el proyecto y la obra ejecutada indica que
entre las aspiraciones y la realidad surgieron serios inconvenientes.
Vale señalar que desde el punto de vista estético no fue colocado en la
fachada del edificio el reloj que aparece en el diseño y, desde el punto
de vista funcional, quedó sin terminar el taller para niñas pobres que
se debía construir en un área aledaña a la capilla.
La
primera piedra fue colocada el 25 de julio de 1924 y se culminó la
construcción en 1928. La primera misa se celebró el domingo 22 de julio
de 1928. Para la inauguración llevada a cabo ese día se repartieron
postales conmemorativas con la imagen de san Vicente de Paúl. Los
grabados de la fecha de inauguración que se pueden observar en la pared
principal de la entrada fueron creados y puestos en este lugar por el P.
salesiano Juan Ballary.
Los
primeros sacerdotes designados para la capilla de san Vicente de Paúl
fueron Felipe de la Cruz, Joaquín Torres y Roberto Laurentis hasta el
año 1933, en que arribó a Camagüey el P. Pedro Pescatore Debermardi, de
origen italiano, incansable misionero de la evangelización. Todos ellos
sacertodes salesianos que asumieron la labor pastoral de la comunidad,
conformada por entonces por los repartos La Mosca, Marquesado y Salomé.
Destacada
fue también la presencia de las Hermanas Salesianas con su excelente
trabajo catequético: sor Aurora, sor Lidia, sor Lupe y sor Antonia
Millares, que ejercieron su apostolado en la capilla san Vicente durante
muchos años. Igualmente, sor Isabel Martínez, sor Elsa y nuestra muy
querida sor Severina, formaron parte importante de la historia de la
capilla.
Entre
las familias de la comunidad se destacaron la familia Martínez de la
Cruz y la familia Velarde por sus aportes en los años 40 y 50, y los
esposos Maribel y Gregorio desde 1968 hasta 1992, que durante este
tiempo atendieron la capilla con gran abnegación.
Hoy
nuestra comunidad cuenta con una gran feligresía de niños, jóvenes y
adultos, comprometidos en las distintas labores pastorales tanto en el
orden religioso como en el orden social. Todas estas personas hacen de
esta capilla el centro de sus vidas; una verdadera razón para
considerarsele como una pieza importante dentro del patrimonio cultural
del Camagüey.
Editado
de "La Mosca: un nuevo barrio, una nueva capilla", por Yolanda Barrera
Salas, Boletín Diocesano Camagüey, Nº 102, según datos de los archivos
oficiales de la ciudad.
2 comentarios:
Primero deseo felicitar a Ana Dolores Garcia por publicar este trabajo sobre la capillita de La Mosca.
De paso quiero informarle que Teodomira de Latorre y de la Torre era la más pequeña de tres hermanas y madre de Sofía Isabel Pradas viuda de Cisneros. La hermana mayor de Teodomira, fue María de la Candelaria, que casó con su primo hermano Raimundo Nicasio de Latorre y Varona, y la otra hermana era Faustina, esposa de Rafael Morán de la Vega, que tuvo una extensa sucesión. El cambio de apellido a de Latorre se debe a que dos hermanos Gregorio y Esteban de la Torre y Cisneros, por desavenencia con otro de sus hermanos, optaron por esta variante de su apellido y además decidieron que se casaran entre sí sus descendientes futuros quedando libres de contraer otra alianza matrimonial los que no tuvieran pareja dentro de sus dos ramas. Mi abuela materna Elvira de Latorre y de Latorre debía haberse casado con su primo hermano Indalecio Morán y de Latorre, pero ella rehusó continuar con la tradición del matrimonio endogámico familiar impuesta por cuestiones de antaño.
Así eran las cosas antes en nuestro terruño.
Un caluroso saludo
José de H.
Estimado José de H., muchas gracias por su aporte ampliando la crónica sobre la historia de la Capilla del Rpto La Mosca, actualmente en plena actividad de fe según noticias que llegan de Camagüey. No sé si usted vive fuera de Cuba o en Camagüey, en este ultimo caso me gustaría hiciera llegar mis saludos a la Sra. Pilar Mourelo, fuimos compañeras de trabajo varios años en la Comp. Cubana de Electricidad, allá "en el terruño" nunca olvidado. Muchas gracias de nuevo. Me alegra saber que lee la Gaceta y le satisfacen estos temas de nuestra vieja historia.
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