A las
puertas del quinto centenario
Apuntes sobre la historia de la música en Camagüey
Ana
Dolores García
No
se encuentra mucha información sobre las actividades musicales en el Puerto
Príncipe de los primeros años. No será ilógico pensar que estas se reducirían a
las danzas -copia europea- para las
fiestas familiares y, sobre todo, a los toques de tambor de los esclavos en las
suyas.
Se
ha llegado a decir que en Camagüey no se conoció en realidad “buena” música
hasta 1734 cuando se consagró el templo de la Caridad. Para aquella ocasión, el obispo de Santiago de Cuba envió a Camagüey varios músicos de capilla porque la
villa principeña contaba escasamente con seis músicos que hacían sonar violín, violón, arpa, flauta, corneta y
tambor, amalgama musical no muy recomendable en la instrumentación de música
sacra.
Tiempo
después, y ya nos situamos en el siglo XIX, el ambiente musical fue cambiando con la
celebración de las ferias de la Caridad y otras fiestas religiosas y populares
como la romería de san Lázaro, el san Juan, la fiesta de la Inmaculada, de san
Roque y los Altares de Cruz, y al empezar a
surgir las bandas de música para amenizar procesiones y romerías. Los
africanos, por su parte, a su modo celebraban también a la virgen de la Candelaria, a la de La Merced,
a la Santísima Trinidad o a Santa Bárbara, y las alegres fiestas de sus "reinados", el más importante de todos el que se llevaba a cabo en el plazoleta de Triana.
Se
sabe que el 9 de febrero de 1848 se inauguró un pequeño teatro en la calle San
Fernando Nº 51 y que antes de un mes se celebró en él una función por un
grupo de jóvenes aficionados a fin de
recaudar fondos para poder reparar la
torre de la iglesia de La Merced.
La
sociedad Filarmónica
Pero
ya, desde seis años antes, en 1842, se había creado la Sociedad Filarmónica,
que luego de ser ordenado su cierre durante la etapa insurreccional, al
reaparecer pasó a llamarse “Liceo de Puerto Príncipe”. Primero se estableció en
la calle San Juan (Avellaneda) esquina a San Diego (Martí), residencia de su fundador
Diego Alonso Betancourt, y en menos de un año hubo que buscarle un local
mayor empezando a funcionar en la calle
Mayor (Cisneros) esquina a Ángel. Pocos
años después se le situó en la propia Plaza de la Reina, o Plaza Mayor, hoy Parque
Agramonte, en un local propiedad del Marqués de Santa Lucía.
La
Sociedad Filarmónica de Puerto Príncipe fue una institución de diletantes de la
música y de las letras. En ella se celebraron los primeros Juegos Florales y funcionó una Academia de Artes e Idiomas. En sus
salones se presentaban conciertos y obras
teatrales con la actuación de artistas cubanos y extranjeros, cuya calidad
revelaba el nivel cultural de los principeños.
El
Teatro Principal
En
la noche del 2 de febrero de 1849 se inauguró el Teatro Principal, que por sus
dimensiones, belleza y acústica fue considerado en su época como el segundo de
la Isla. Los primeros en actuar en su escenario fueron los miembros de una
compañía de ópera italiana dirigidos por el maestro Juan Miró. Desde entonces
desfilaron grandes figuras del mundo artístico y famosas
compañías como la Compañía Francesa de Bailes que dirigían los profesores
Lehmann y Marzatti; la de ópera italiana con la consagrada Rossina Olivieri y la del mismo género de Adelaida
Cortesi. Respecto a las actuaciones de esta renombrada diva, se sabe que en una de sus funciones provocó tal entusiasmo,
que al terminarse la ópera en que actuaba, la cargaron en hombros, la pasearon
por las calles aledañas al teatro y le rindieron un homenaje en los salones de
la Sociedad Filarmónica.
En
el Teatro Principal también se presentó la famosa cantante italiana Adelina
Patti, acompañada por el notable compositor y pianista Louis Moreau Gottschalk
como parte de una gira de conciertos ofrecidos en Cuba en 1857.
La
Sociedad Popular de Santa Cecilia
Otra
institución que contribuyó considerablemente al desarrollo musical y cultural
de Camagüey lo fue la Sociedad Popular de Santa Cecilia, fundada en 1853, si
bien a los pocos años de su fundación quedó disuelta
por breve tiempo para reaparecer con su mismo afán cultural en 1861 en el antiguo
teatro Fénix, enclavado en la calle que después se llamó Popular y
posteriormente Virgilio Guerrero, para rendir honor a uno de los fundadores de
esta benemérita institución. Del mismo modo, su apellido Guerrero dio nombre al teatro que,
muchos años más tarde, formara parte del soberbio edificio de tres plantas en
la plaza de La Merced, sede definitiva
de la Sociedad Popular de Santa Cecilia hasta su incautación por el gobierno
castrista.
Elena
Pérez Sanjurjo, en su libro “Historia de la Música Cubana” nos relata que en
esa institución y a partir de la fecha de su reapertura en 1861, “fueron muy
espaciadas sus funciones y poco importantes musicalmente, pero luego en 1875 sus
actividades tomaron más rango artístico y, más tarde en mayo, al iniciarse la
Sección de Música, contaba ya con una orquesta completa que ejecutaba con maestría
números de concierto…”
Durante
las primeras cinco décadas del siglo XX, los escenarios de Camagüey acogieron
las actuaciones de importantes compañías teatrales o cantantes que nos trajeron
su arte. Sin lugar a dudas el de mayor fama mundial lo fue el tenor Enrico
Caruso que incluyó a Camagüey en su gira por varias ciudades de la isla en el
año 1920, como al igual lo hacía cualquier artista de prestigio que actuara en
La Habana. No faltaron en esos años espectáculos populares como el de los Coros
y Danzas de España, que actuó en un antiguo estadio en la Carretera Central vía
Oriente, (década del los años 40´s), o cantantes populares del patio nacional, o
extranjeros que visitaban La Habana y nos incluían en su recorrido por el interior
de la república. Muy populares fueron las actuaciones del grupo folclórico “Cabalgata
Española” que incluía a una novel y ya valiosa mezzosoprano cubana, Martha Pérez, y
que algunos de cuyos integrantes permanecieron luego en Cuba triunfando en la radio
y televisión habaneras.
Artistas tales
como Libertad Lamarque o Jorge Negrete, entre otros más, fueron aplaudidos también
en nuestros teatros. Se
trataba mayormente de visitas individuales contratadas por sus empresarios con los
administradores de los locales o teatros donde se presentaban.
Pero el tiempo
ya ha había llegado para que se pudiera ofrecer a los camagüeyanos música con mayúscula
y en forma organizada. Esa fue la ingente labor de un médico villaclareño
afincado en Camagüey: Chalón Rodríguez Salinas. Con su dinamismo característico
y la colaboración de otros camagüeyanos de bagaje intelectual y artístico, creó y dirigió la “Sociedad de
Conciertos de Camagüey” que en cada temporada anual nos permitió disfrutar de
los más renombrados intérpretes, pianistas, violinistas, cantantes que nos
brindaron su arte y su maestría. De ello sean muestra algunos nombres: Artur
Rubistein, Andrés Segovia, Alicia De La Rocha, Jascha Heifetz, la soprano Victoria De Los Ángeles, Claudio Arrau, Mariemma y su ballet español, la presentación de la
ópera Madame Butterfly... Se ofrecía un promedio de cinco presentaciones por
temporada y éstas se sucedieron durante varios años hasta que quedaron
truncadas por el nuevo orden que se establecía en la nación.
Caben anotarse dos anécdotas. La primera sucedió durante la presentación del
guitarrista Andrés Segovia. Las
funciones de la Sociedad de Conciertos se realizaban generalmente en el Teatro
Casablanca (calle Estrada Palma), pero en oportunidad de la presentación del
famoso guitarrista, por un desperfecto en el aire acondicionado del teatro su
actuación tuvo que realizarse en el teatro América (calle de General Gómez). Dicho
teatro carecía de aire acondicionado pero poseía espaciosos pasillos laterales que,
puertas abiertas, facilitaban un ambiente
adecuado a los asistentes. Sin embargo, no se contaba con la presencia de un
felino en uno de dichos pasillos, tal vez habitual residente del mismo, o que
hubiera llegado atraído por la música que tan bellamente interpretaba Segovia
en su guitarra. El caso es que emocionado -o molesto porque lo hubieran
despertado-, el gato comenzó a maullar con insistencia…
Y Andrés Segovia dejó de tocar. Encendieron las luces y varios de los
asistentes se enfrascaron en la búsqueda del gato hasta que lo encontraron y lo
llevaron bien lejos para que no reincidiera. Entonces, solo entonces, después de esperar pacientemente, Andrés
Segovia reanudó su concierto.
La
otra anécdota que puedo contar, aunque en realidad se refiere a una actividad
teatral, sucedió en el Teatro Principal durante la actuación de la compañía
española de Teatro “Lope de Vega”, que representaba “La Vida es Sueño” de
Calderón de la Barca. (Década de los 50´s). Estábamos en la escena del monólogo
de Segismundo cuando uno de los telones de la obra comenzó a rajarse. No lo
hizo con estrépito, sino poco a poco, como si quisiera poner música de fondo al
monólogo que recitaba el actor. Al fin decidió dejar caer de golpe lo que quedaba
de él. El actor no se inmutó y siguió su monólogo. El público tampoco se inmutó
y permaneció en completo silencio. Al término de la obra, cuando toda la
compañía se presentó en el escenario para recibir los aplausos, su director se
adelantó, pidió al público que cesara esos aplausos y con sentidas palabras les
expresó su agradecimiento por la compostura que habían mostrado ante el
incidente del telón, la que calificó de excepcional, porque eran pocos los
públicos que sabían dar tal muestra de respeto y de cultura. Su reconocimiento
no quedó allí, porque en una representación de la compañía en España, tuvo a
bien referirse a ese incidente y a la ejemplar actitud del público "de una
capital de provincia de Cuba". La anécdota la cierro agregando que ese último comentario
fue oído precisamente por una camagüeyana que por aquellas fechas visitaba
España y estaba presente en dicha función, Dolores Roig Cuní.
Son
muchas las figuras camagüeyanas, criollas o extranjeras que adoptaron al
Camagüey como hogar propio, que ayudaron a enriquecer su acerbo cultural. Además de
los ya mencionados propulsores de las sociedades culturales que hemos reseñado,
podemos señalar a otros de amplia significación en la historia de la música cubana: Emilio Agramonte y Piña (1863-1918), primo de
Ignacio Agramonte, patricio y musicólogo; José Marín Varona (1859-1912),
iniciador en Cuba de zarzuelas de tema costumbrista, gran compositor y pedagogo,
Gaspar Agüero y Barreras (1873-1951), Gaspar Villate (1851-1891), Luis Casas
Romero (1882-1950), Gabriel de la Torre y su esposa española Lina Campuzano,
José Molina Torres; la cantante Ana de Armas, de gran fama por la exquisitez de
su voz en arias operáticas, La pianista Tomasa
Basave y Ramona Bernal, mezzosoprano muy aplaudida en los salones habaneros,
triunfos a los que renunció por una vida
conventual. Los hermanos Rafael y Enrique Palau, organistas y pianistas. Aurelio
Sariol, profesor de música, y la propia Amalia Simoni, que durante su estancia
en Italia antes de su matrimonio con Ignacio Agramonte aprovechó para recibir
clases de canto con renombrados profesores.
Por
último, y para hacer corta e incompleta una larga relación de figuras
importantes en la historia musical de Camagüey y hasta de Cuba, mencionaremos a
Juan Alcalde y Toñi, natural de Guipúzcua, España que, radicado en Camagüey,
fue un magnífico profesor, pianista y crítico musical. Dicen que cobraba mucho
a los ricos por sus clases y las daba gratuitamente a aquellos pobres en los que
veía verdadera vocación y calidad.
No se puede hablar de la
enseñanza de la música en Camagüey sin referirnos al profesor y compositor Félix Rafols, de origen catalán, que fundó un
prestigioso Conservatorio Musical para enseñar solfeo, armonía y técnicas
concertistas a varias generaciones de camagüeyanos desde su local en la calle
República esquina al Callejón de Castellanos.
En la calle
Avellaneda, entre Estrada Palma y Castellanos existía otra Academia de Música
muy importante en el Camagüey del siglo XX: la del Profesor nicaragüense Luis
Aguirre. ¿Profesoras de piano cuyos alumnos recibían sus títulos acreditativos
en las mencionadas Academias? Entre otras, María Larín y Ana de la Rosa
Betancourt.
Una última mención para Natalio Galán Sariol (Camagüey
1917-N.Orleans 1985), consagrado al estudio e investigación de la música y autor de valiosos libros sobre este
tema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario