Por Marlene María Pérez Mateo
En 1913, un 13 de mayo se inauguró, bajo tremendo
aguacero, el Teatro Avellaneda en la intersección de las calles Estrada Palma y
Avellaneda en la ciudad de Camagüey, Cuba.
El lugar donde se edificó el teatro, desde el siglo XVIII
había sido ocupado por un entablado techado muy usado para presentaciones de
feria. Luego en el XIX una medio-hermana paterna de Tula Avellaneda, la
poetisa, había tenido muy cerca de allí su residencia y en ella la escritora
estuvo de huésped durante su estancia en su viaje de regreso a Cuba.
El exitoso comerciante de velas, señor Guarch, adquirió
la propiedad e hizo levantar un recinto para las artes escénicas y el cine
(entonces joven). Fue una sala de dos pisos con capacidad para 800 personas, 10
palcos y el segundo piso, bautizado por la voz popular como “el gallinero”. La
acústica era magnífica. El emprendedor propietario tuvo en cuenta todos los detalles.
La fachada se conformaba por 19 arcos de medio punto y un relieve del rostro de
la camagüeyana que dio nombre o mas bien apellido a la institución: Gertrudis
Gómez de Avellaneda.
El día de la inauguración los demás miembros del ramo cerraron
sus puertas de manera solidaria. Hubo champán y velada. Veintiséis jóvenes de
la ciudad a coro cantaron “Himno Glorioso a la Tula”, cuya partitura trece años
después desapareció entre las llamas.
En 1926 un incendio accidental diezmó el recinto e hizo caer en la ruina al propietario, señalando entre
el vulgo a la cifra 13 como culpable de los hechos acaecidos debido a su ya
consabida fama de mala suerte.
En 1927 fue reconstruido por el empresario teatral
Alberto Mola con la ayuda de la compañía cinematográfica cubana Santos y
Artigas. Entre las puestas en escenas estuvieron zarzuelas, teatro bufo de
Arquimides Pous, Ramón Espigel y
películas.
Hacia 1960 se le cambió el nombre por el de "Pionero",
aunque para el pueblo siguió siendo el “Teatro Avellaneda”. Decayó tanto, tanto
que hasta parte del edificio colapsó. Muchas familias sin hogar lo tomaron de
refugio. De lejos y de cerca se captaba su deterioro y su penosa ruina.
Actualmente ha sido remozado y pronto abrirá sus puertas.
Ojalá también su esplendor.
Marlene María Pérez Mateo
Octubre 2013
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