20 de septiembre de 2013

Luis Casas Romero


 
Luis Casas Romero

Ana Dolores García

Luis Casas Romero nació en Camagüey el 24 de mayo de 1882 en la casa número 95 de la calle “Pobres” -ahora Padre Olallo-, casa hoy marcada con el número 462, en cuya fachada existe una placa  conmemorativa colocada en ocasión de celebrarse el nonagésimo aniversario de su nacimiento.

Su niñez transcurrió en el humilde hogar de sus padres, Luis Casas Cuba –tabaquero- y Adelina Romero García, y desde muy pequeño comenzó a ganarle su afición por la música, que tocaba “de oído” en un acordeón  que apenas podía cargar y aún antes de comenzar a recibir clases de solfeo.

 A los nueve años ya podía leer música, se había decidido por la flauta y formaba parte de grupos infantiles de Camagüey. Se convirtió en el flautista habitual de las bandas que tocaban tanto en actos religiosos de su colegio -el de los PP Escolapios-, como en funciones de otras asociaciones más reconocidas. Con apenas catorce años comenzó a integrar la orquesta de la Sociedad Popular de Santa Cecilia, institución camagüeyana de alto prestigio en el ambiente musical lugareño, de la que fue nombrado Miembro de Mérito.  
     
A esa misma edad, catorce años, escuchó el llamado de la Patria y se unió al Ejército Libertador a las órdenes del también camagüeyano general Lope Recio y Loynaz. Acababa de comenzar la Guerra de Independencia, la “del 95” inspirada por Martí y liderada por Gómez y Maceo. En la contienda ocupó el puesto de corneta de orden de su regimiento y resultó herido en una pierna.

Firmado el armisticio y con la posterior muerte de su padre en 1901, el joven Casas Romero se convirtió en tipógrafo, corrector de pruebas, cajista de imprenta y hasta crítico musical de un periódico local: cualquier oficio que fuera más retributivo que el de músico en tiempos de postguerra. Marchó a La Habana en busca de nuevos y mejores horizontes, no sin antes dejar constituida y consolidada en Camagüey una admirable Banda Infantil.

Para entonces había contraído matrimonio (1902) con Roselina Rodríguez Rivera, con la que tuvo seis hijos. En La Habana encontró más oportunidades como   músico participando en variadas actividades, y hasta realizó giras por el interior de la isla con el teatro-circo de Antonio Becerra, padre de la luego famosa vedette Blanquita Becerra, en el que se representaban sainetes, comedias bufas y zarzuelas.
   
De regreso en La Habana participó en las funciones del Teatro Martí, realizando presentaciones en compañía de Moisés Simons, Hubert de Blanck y otros músicos de primerísimo renombre. Su fama fue en aumento, tanto como flautista consumado como director de orquesta, a la vez que iba triunfando igualmente como compositor musical. En 1912 produjo una pieza que ha pasado a ser parte del patrimonio musical cubano y que lleva más de cien años cantándose de generación en generación con el mismo sentimiento de cubanía: “El Mambí”.  
A Luis Casas Romero se le considera el creador de la criolla, todo un género musical de gran popularidad que hizo su aparición en las primeras décadas del siglo XX.  

Elena Pérez Sanjurjo, en su libro “Historia de la Música Cubana”, relata que “dirigiendo la orquesta del Teatro Payret, estrenó allí sus primeras criollas, que lo hicieron el compositor más querido del público habanero. La criolla, género musical cubano, fue creado por Casas Romero en 1910, siendo la más característica la titulada Carmela, que la dio a conocer con versos de Pedro Lavilla. La inspiración de esa criolla, que se considera como la primera en el cancionero cubano, surgió una madrugada de bohemia, cuando después de una función en el Teatro Martí, se fue a contemplar las palmas reales del Campo de Marte”. 

Tony Évora, refiriéndose a este nuevo género musical que surgía de la inspiración de Casas Romero, menciona las diferencias que existían entre la criolla y otros dos géneros casi simultáneos: la clave y la guajira. Évora los define así en su libro Orígenes de la Música Cubana, evocando los coros de clave que desde el siglo XIX se reunían en sus propios locales, generalmente en zonas portuarias, y que dieron nombre al género”. 

Para él, la clave, elaborada posteriormente por Jorge Anckermann dio lugar al surgimiento de la canción criolla. Elena Pérez Sanjurjo también lo puntualiza: la criollas, como evolución de las claves,  “se distinguen de  ellas porque son más movidas, sus melodías más graciosas y muy sincopadas”.

Pero la criolla le debe igualmente lo suyo a las guajiras y así lo apunta Évora: “Aunque la criolla es realmente un versión de la guajira, ya que a menudo su tema alude a temas relacionados con la campiña, su génesis y desarrollo es profundamente urbano. Con algo del bambuco colombiano y de la clave cubana, la criolla tiene una languidez y un sentido íntimo que la hace ideal para el canto”. 

Casas Romero consolidó el éxito de la criolla. A la inicial Carmela siguieron otros populares éxitos, como Hortensia y Lola y, de todas las que compuso, las que aún se cantan de memoria son la ya mencionada El Mambí y Si llego a besarte.

Además de compositor de canciones populares y de dirigir orquestas para representaciones teatrales de comedias musicales y zarzuelas, Casas Romero organizó la Banda de Artillería del Ejército y llegó a ser Director de la Banda del Estado Mayor con el Grado de Capitán.  

Por si esto fuera poco, se le considera también un avanzado innovador, porque fue él quien trajo a La Habana en 1918 la primera fábrica de rollos de pianola que tanto deleitaron a nuestros abuelos. Igualmente fue un pionero de la radiodifusión cubana al instalar su planta de radioaficionado “2LC” y realizar las primeras transmisiones el 22 de agosto de 1922.

Esas primeras transmisiones comenzaban poco antes de las nueve de la noche con una llamada de atención, luego se escuchaba el tic-tac de un reloj y a las nueve se oía el cañonazo desde la fortaleza de La Cabaña. Luis Casas Romero interpretaba entonces un acorde de corneta y decía: -“Son las nueve en punto”. La transmisión se completaba con un boletín sobre el estado del tiempo. 

Aunque el 10 de octubre del propio año fuera inaugurada la -para aquella época-, poderosa radioemisora “PWX” de la Cuban Telephone Company, que contaba con amplios estudios y más potentes transmisores, es indudable que Casas Romero fue el primer cubano en producir emisiones radiales de forma estable aunque fueran tan breves.

Luis Casas Romero falleció en La Habana el 30 de octubre de 1950. Aunque muchas de sus obras están desaparecidas, legó a nuestra música unas 500 partituras, 23 zarzuelas y 100 criollas, y sobre todo  esas piezas imperecederas, El Mambí, y  Si llego a besarte.
 
EL MAMBÍ
 

Letra: Sergio Lavilla
Música: Luis Casas Romero


Allá en el año 95
y por las selvas de Mayarí
una mañana dejó el bohío
y a la manigua salió un mambí.

Una cubana que era mi encanto
y a quién la noche llorando vio,
al otro día con su caballo
buscó mis huellas y me siguió.

Aquella niña de faz trigueña
y ojos más negros que la maldad
unió sus fuerzas a mi fiereza
y dio su vida a la libertad.

Un día triste cayó a mi lado,
su hermoso pecho sangrando vi,
y desde entonces fue más ardiente
Cuba adorada mi amor por ti.

Y desde entonces fue más ardiente
Cuba adorada mi amor por ti.

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