Luis Casas Romero
Ana Dolores
García
Luis Casas
Romero nació en Camagüey el 24 de mayo de 1882 en la casa número 95 de la calle
“Pobres” -ahora Padre Olallo-, casa hoy marcada con el número 462, en cuya
fachada existe una placa conmemorativa
colocada en ocasión de celebrarse el nonagésimo aniversario de su nacimiento.
Su niñez
transcurrió en el humilde hogar de sus padres, Luis Casas Cuba –tabaquero- y
Adelina Romero García, y desde muy pequeño comenzó a ganarle su afición por la
música, que tocaba “de oído” en un acordeón que apenas podía cargar y aún antes de
comenzar a recibir clases de solfeo.
A los nueve años ya podía leer música, se había decidido por la flauta y formaba parte de grupos infantiles de Camagüey. Se convirtió en el flautista habitual de las bandas que tocaban tanto en actos religiosos de su colegio -el de los PP Escolapios-, como en funciones de otras asociaciones más reconocidas. Con apenas catorce años comenzó a integrar la orquesta de la Sociedad Popular de Santa Cecilia, institución camagüeyana de alto prestigio en el ambiente musical lugareño, de la que fue nombrado Miembro de Mérito.
A los nueve años ya podía leer música, se había decidido por la flauta y formaba parte de grupos infantiles de Camagüey. Se convirtió en el flautista habitual de las bandas que tocaban tanto en actos religiosos de su colegio -el de los PP Escolapios-, como en funciones de otras asociaciones más reconocidas. Con apenas catorce años comenzó a integrar la orquesta de la Sociedad Popular de Santa Cecilia, institución camagüeyana de alto prestigio en el ambiente musical lugareño, de la que fue nombrado Miembro de Mérito.
A esa misma edad, catorce años,
escuchó el llamado de la Patria y se unió al Ejército Libertador a las órdenes
del también camagüeyano general Lope Recio y Loynaz. Acababa de comenzar la
Guerra de Independencia, la “del 95” inspirada por Martí y liderada por Gómez y
Maceo. En la contienda ocupó el puesto de corneta de orden de su regimiento y resultó
herido en una pierna.
Firmado el armisticio y con la
posterior muerte de su padre en 1901, el joven Casas Romero se convirtió en
tipógrafo, corrector de pruebas, cajista de imprenta y hasta crítico musical de
un periódico local: cualquier oficio que fuera más retributivo que el de músico
en tiempos de postguerra. Marchó a La Habana en busca de nuevos y mejores
horizontes, no sin antes dejar constituida y consolidada en Camagüey una admirable
Banda Infantil.
Para entonces había contraído
matrimonio (1902) con Roselina Rodríguez Rivera, con la que tuvo seis hijos. En
La Habana encontró más oportunidades como
músico participando en variadas actividades, y hasta realizó giras por
el interior de la isla con el teatro-circo de Antonio Becerra, padre de la
luego famosa vedette Blanquita Becerra, en el que se
representaban sainetes, comedias bufas y zarzuelas.
De regreso en La Habana
participó en las funciones del Teatro Martí, realizando presentaciones en
compañía de Moisés Simons, Hubert de Blanck y otros músicos de primerísimo renombre.
Su fama fue en aumento, tanto como flautista consumado como director de
orquesta, a la vez que iba triunfando igualmente como compositor musical. En
1912 produjo una pieza que ha pasado a ser parte del patrimonio musical cubano
y que lleva más de cien años cantándose de generación en generación con el
mismo sentimiento de cubanía: “El Mambí”.
A Luis Casas Romero se
le considera el creador de la criolla, todo un género musical de gran popularidad que
hizo su aparición en las primeras décadas del siglo XX.
Elena Pérez Sanjurjo,
en su libro “Historia de la Música Cubana”, relata que “dirigiendo la orquesta
del Teatro Payret, estrenó allí sus primeras criollas, que lo hicieron el compositor más querido del
público habanero. La criolla, género musical cubano, fue creado por Casas Romero
en 1910, siendo la más característica la titulada Carmela,
que la dio a conocer con versos de Pedro Lavilla. La inspiración de esa criolla, que
se considera como la primera en el cancionero cubano, surgió una madrugada de
bohemia, cuando después de una función en el Teatro Martí, se fue a contemplar las
palmas reales del Campo de Marte”.
Tony Évora, refiriéndose
a este nuevo género musical que surgía de la inspiración de Casas Romero, menciona
las diferencias que existían entre la criolla y otros dos géneros casi simultáneos:
la clave y la
guajira. Évora
los define así en su libro Orígenes de la Música Cubana, evocando los coros de clave que desde el siglo XIX se reunían en sus propios
locales, generalmente en zonas portuarias, y que dieron nombre al género”.
Para
él, la clave, elaborada posteriormente por Jorge Anckermann dio lugar al
surgimiento de la canción criolla. Elena Pérez Sanjurjo también lo puntualiza: la criollas, como
evolución de las claves, “se distinguen
de ellas porque son más movidas, sus
melodías más graciosas y muy sincopadas”.
Pero la criolla le debe
igualmente lo suyo a las guajiras y así lo apunta Évora: “Aunque la criolla es
realmente un versión de la guajira, ya que a menudo su tema alude a temas
relacionados con la campiña, su génesis y desarrollo es profundamente urbano.
Con algo del bambuco colombiano y de la clave cubana, la criolla
tiene una languidez y un sentido íntimo que la hace ideal para el canto”.
Casas Romero consolidó
el éxito de la criolla. A la inicial Carmela siguieron otros populares éxitos, como Hortensia y Lola y, de todas las que
compuso, las que aún se cantan de memoria son la ya mencionada El Mambí y Si llego a besarte.
Además de compositor de
canciones populares y de dirigir orquestas para representaciones teatrales de comedias musicales y zarzuelas, Casas
Romero organizó la Banda de Artillería del Ejército y llegó a
ser Director de la Banda del Estado Mayor con el Grado de Capitán.
Por si
esto fuera poco, se le considera también un avanzado innovador, porque fue él quien trajo a La Habana en 1918
la primera fábrica de rollos de pianola que tanto deleitaron a nuestros
abuelos. Igualmente fue un pionero de la radiodifusión cubana al instalar su
planta de radioaficionado “2LC” y realizar las primeras transmisiones el 22 de
agosto de 1922.
Esas
primeras transmisiones comenzaban poco antes de las nueve de la noche con una
llamada de atención, luego se escuchaba el tic-tac de un reloj y a las nueve se
oía el cañonazo desde la fortaleza de La Cabaña. Luis Casas Romero interpretaba
entonces un acorde de corneta y decía: -“Son las nueve en punto”. La
transmisión se completaba con un boletín sobre el estado del tiempo.
Aunque el
10 de octubre del propio año fuera inaugurada la -para aquella época-, poderosa
radioemisora “PWX” de la Cuban Telephone Company, que contaba con amplios
estudios y más potentes transmisores, es indudable que Casas Romero fue el
primer cubano en producir emisiones radiales de forma estable aunque fueran tan
breves.
Luis
Casas Romero falleció en La Habana el 30 de octubre de 1950. Aunque muchas de
sus obras están desaparecidas, legó a nuestra música unas 500 partituras, 23
zarzuelas y 100 criollas, y sobre todo esas piezas imperecederas, El Mambí, y Si llego a besarte.
EL MAMBÍ
Letra: Sergio Lavilla
Música: Luis Casas Romero
Letra: Sergio Lavilla
Música: Luis Casas Romero
Allá en el año 95
y por las selvas de Mayarí
una mañana dejó el bohío
y a la manigua salió un mambí.
y por las selvas de Mayarí
una mañana dejó el bohío
y a la manigua salió un mambí.
Una cubana que era mi
encanto
y a quién la noche llorando vio,
al otro día con su caballo
buscó mis huellas y me siguió.
y a quién la noche llorando vio,
al otro día con su caballo
buscó mis huellas y me siguió.
Aquella niña de faz
trigueña
y ojos más negros que la maldad
unió sus fuerzas a mi fiereza
y dio su vida a la libertad.
y ojos más negros que la maldad
unió sus fuerzas a mi fiereza
y dio su vida a la libertad.
Un día triste cayó a
mi lado,
su hermoso pecho sangrando vi,
y desde entonces fue más ardiente
Cuba adorada mi amor por ti.
su hermoso pecho sangrando vi,
y desde entonces fue más ardiente
Cuba adorada mi amor por ti.
Y desde entonces fue
más ardiente
Cuba adorada mi amor por ti.
Cuba adorada mi amor por ti.
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