6 de mayo de 2014

Los primeros teatros de Puerto Príncipe


Los  primeros teatros de  Puerto Príncipe

Ana Dolores García

    Hasta el año 1809 no se conocía en Puerto Príncipe la existencia de representaciones teatrales. A comienzos del mes de enero de ese propio año un vecino de la Villa, don José Galeano, solicitó licencia para que se le permitiera presentar algunas obras de teatro con un grupo de actores aficionados. La licencia le fue concedida a cambio de que cediera parte de las ganancias  como contribución a los fondos de la milicia popular que se estaba formando para el caso de un ataque del ejército de Francia, que por aquellas fechas estaba en guerra con España.

   El historiador Torres Lasqueti no pudo corroborar datos específicos sobre el lugar donde se efectuaron esas presentaciones teatrales, pero si deja constancia en sus escritos de que era opinión generalizada que las mismas se llevaban a cabo en «un teatrico situado en el gran patio de una casa en la calle Carnicería, [de la Contaduría después y actualmente Independencia], que posteriormente en 1817 fue adquirida en propiedad por don Luis Loret de Mola». Esta creencia de los principeños se basaba principalmente en que «existían en la pared del fondo de dicho patio pinturas y otros vestigios de un destruido escenario».

  Pocos años después, en 1813, el Ayuntamiento de la Villa recibió otra solicitud de licencia, esta vez para la construcción de un teatro, presentada por don Santiago Candamo.  Teatro que en este caso sería el segundo del que se tenían noticias en Puerto Príncipe, luego de la experiencia de los alumnos aficionados de José Galeano que actuaban al aire libre en el “teatrico” de la calle Carnicería.

   Personas de la época aseguran que este segundo teatro funcionó en la calle de Sta. Ana, en una casa que luego fue demolida y en cuyo terreno fabricó posteriormente su residencia el Dr. don José Ramón Boza y Miranda.

   A mediados del año 1817 plantó sus carpas y tiendas de madera un circo teatro en la amplia plaza frente a la iglesia de La Merced. Allí realizaba sus demostraciones ecuestres un afamado jinete, Jean Breschard, de fama internacional, y se representaban  zarzuelas españolas. Tiempo después el circo se trasladó a un solar en la calle San Ramón, donde continuó presentando sus funciones hasta levantar campamento y seguir con su espectáculo por otras poblaciones de la Isla. 

   En aquel solar de la calle San Ramón se construyó un teatro de madera y guano en el año 1824. Sus empresarios lo fueron D. Juan de Agüero y D. Segundo Carvajal. Duró poco tiempo porque en 1817 un incendio lo redujo a cenizas.

   Surgió entonces una sociedad con más recursos que levantó en el mismo lugar otro teatro de madera y tejas, y que se mantuvo en funcionamiento poco tiempo más.  La sociedad se disolvió y uno de los socios se hizo cargo del teatro hasta 1848, en que compró otro local en el callejón de La Merced, [luego calle Popular y mas tarde Virgilio Guerrero], que quedaba a espadas del que se había quemado, por lo que llamó al nuevo teatro “El Fénix”, remedo del personaje mitológico que renació de sus cenizas.

  López Lasqueti nos lo describe: «Costó 43,000 pesos fuertes. Es más sólido,  capaz y elegante que los anteriores, con dos órdenes de palcos, pero su forma cuadrilonga le hace no proporcionar entera comodidad a los espectadores que ocupan aquelllas localidades».

   Luego, ese mismo teatro “El Fénix” fue arrendado por la nueva Sociedad Popular de Santa Cecilia  en 1864 para celebrar todos sus actos. Y, aunque la sociedad permaneció cerrada durante un período de cinco años, mantuvo el arrendamiento del teatro, que volvió a abrirse al publico cuando “La Popular” reanudó sus actividades.

  Ya en el siglo XX, y convertido el viejo Puerto Príncipe en el Camagüey actual, la Sociedad Popular de Santa Cecilia, poseedora del  hermoso edificio que continúa engalanando la Plaza de La Merced,  no necesitaba ya el Teatro “El Fénix” para sus actos. Por ello lo vendió a las religiosas teresianas que poco a poco habían ido ampliando su colegio desde su llegada a Camagüey en 1915.  El viejo teatro fue testigo de múltiples representaciones escolares, de incontables entregas de premios a final de curso  -alumnado en la platea y padres y familiares en los palcos- y de solemnes graduaciones.

   Recuerdo el día a día, de lunes a viernes, cuando todas las alumnas nos reuníamos en aquel salón antes de entrar a clases. Desde allí, ordenadas por grados, al ritmo de la marcha de Zacatecas que ejecutaban al piano -en nuestro tiempo- Eunice o Luzdivina y al toque de chascas, marchábamos a nuestras clases. Recuerdo también los palcos con sus caballetes donde cada sábado algunas tratábamos de aprender la habilidad pictórica de nuestra maestra, la anciana y venerada Madre Dolores, que ya se contaba entre las Madres fundadoras del colegio en el lejano 1915.

   El Teatro “El Fénix” subsistió hasta 1950, año en que fue demolido y en su lugar las Madres Teresianas construyeron otro moderno teatro.
  Ana Dolores García ©

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